Cuando ayer nos enteramos que, post el término de la alerta sanitaria, las empresas podrán pedir a su colaboradores que en 30 días regresen a la presencialidad, cabe detenernos y pensar si las compañías deberían seguir apostando por modelos híbridos.

Es crucial reconocer que el mundo laboral ha cambiado, y las expectativas de los profesionales ya no son las mismas. Ahora, la flexibilidad se ha convertido en una demanda importante, con un 90% de trabajadores en Latinoamérica que la valora positivamente

Hacerse cargo de esto, no es sólo clima laboral, es subsistencia. ¿Por qué? Porque es sinónimo de atracción, retención de talento y también de productividad. Vivimos una "revolución invisible", en la que el capital humano ya no es el de 10 años atrás, considerar una exigencia como la flexibilidad es una necesidad corporativa.

El estudio "Talent Trends" de Michael Page, lanzado a fines del mes pasado, lo dejaba claro: un 70% de los encuestados indicaba que se inclinaría a un trabajo con horarios que se puedan adaptar, mientras que un 78% hacia la modalidad híbrida. Pese a eso, un 84% de ellos considera que los empleadores todavía subestiman la importancia de la flexibilidad.

Opciones tan sencillas como evaluar las ubicaciones de las oficinas, ofreciendo espacios on demand, o contar con horarios segmentados, pueden hacer una diferencia. El desafío es arriesgarse.

Víctor Parra

Country manager

WeWork Chile

El 24 de septiembre de 1958, fue promulgada la Ley nº 13.039 que creaba la Junta de Adelanto de Arica con el propósito de fomentar la producción y el progreso integral de la región. A partir de una política de descentralización y desarrollo local, esta organización ejecutó numerosos proyectos invirtiendo parte de los recursos generados durante la etapa de Puerto Libre. La JAA se destacó como un organismo con un proyecto definido. Su funcionamiento en la localidad le permitió diagnosticar las necesidades de la zona y gestionar la solución de los problemas. Durante esos años, la ciudad experimentó un crecimiento demográfico, pasando de 18.947 habitantes en el Censo de 1960 a 152.187 en el Censo de 1982. Junto a ello, se implementó una planificación urbana que se expresa en la conformación de los principales ejes viales.

La Junta de Adelanto, entre 1958 y 1976, condujo la explosión demográfica de la ciudad a través de medidas centradas en la salud y la educación. Esta entidad Impulsó un programa habitacional que permitió la construcción de viviendas, la formación de nuevos barrios y la expansión del radio urbano hacia el sector norte. En esos años, se desarrolló el estilo arquitectónico brutalista que se expresa en inmuebles como el Campus Velásquez, el Conjunto Ex Estadio y la extensión del Hospital Juan Noé. Esta etapa de descentralización estatal generó una gran cantidad de obras públicas que prestan servicios hasta la actualidad, como los Campus Universitarios, el Terminal Rodoviario, el Casino Municipal, el Parque Brasil, el Estadio Carlos Dittborn, entre tantos otros edificios.

La época de la Junta de Adelanto estuvo caracterizada por el avance industrial sin precedentes en sectores como el automotriz, electrónico, textil y químico. En la urbe se instalaron plantas de fabricantes con reconocimiento mundial: Ford, Chevrolet, Renault y Citroén. La presencia de empresas manufactureras contribuyó a la formación de un polo económico que impactó en la producción, la generación de empleo y la elaboración de bienes. Este auge de la actividad económica fortaleció las arcas fiscales, creando un círculo virtuoso en la calidad de vida de las personas. Hasta la actualidad, los ariqueños recuerdan los éxitos y logros de la JAA, añorando proyectos políticos que promuevan el desarrollo local y relacionan esta etapa de la historia con la bonanza, el esplendor y bienestar en la ciudad.

Pablo Chávez Zúñiga

Doctor en Historia, U. de Chile

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