El emprendimiento que reúne mixtura de sabores y preparaciones
Alpacay es una empresa familiar que está abocada a los deshidratados, trabajando con productos típicos del norte.
Realizar una fusión de la gastronomía aymara y europea, mediante la fabricación de salsas, mermeladas y chutneys fue el propósito que marcó el nacimiento de la empresa Alpacay, en el 2018.
Ana Ximena Henry es su dueña y cofundadora. Menciona que se trata de una microempresa familiar que se creó con la finalidad de rescatar el tomate. De esta manera, empezaron a crear productos en base a este ingrediente, específicamente, salsa, y luego fueron derivando a otras preparaciones, pero siempre trabajando con materias primas de la región y del norte.
"Los productos tenían esta fusión de lo que mi abuela materna aymara me enseñó, y por otro lado, lo que heredamos por ascendencia de mi padre y la familia de mis hijos, que tienen raíces italianas, así que hay una mixtura muy sabrosa".
En estos momentos comenta que están totalmente abocados a la preparación de deshidratados, trabajando la albahaca de Azapa con el ajo de Camiña para hacer pestos. También comercializan el tomate deshidratado con aceite de oliva y especias, pero el producto "estrella" en la actualidad es la pasta de ajo negro de Camiña. "El ajo negro tiene muchas propiedades que se potencian fermentados, así que contamos con la maquinaria para ello", dijo.
Y es que este producto, dice Ana, se cuida como "una verdadera guagua", ya que le obliga a su revisión cada 40 horas para que termine como pasta en frascos sellados al vacío.
Mermelada de la abuela
Cuenta que en Alpacay aún hacen mermeladas de mango-maracuyá y de guayaba, que son las que los clientes exigen, "pero tengo un desafío con la mermelada de tomate que a no muchos les gusta, pero a quienes sí es porque la aman. Me gustaría estudiar bien y darme este gusto personal porque es la mermelada que mi abuela nos hacía, que incluso el relleno de las tortas eran en base a esto, así que me gustaría potenciarla".
Ana es profesora de inglés de profesión, pero dejó las aulas para dedicarse de lleno al emprendimiento junto a su hijo, su madre y su papá. "Mi hijo fue el de la idea, con él empezamos con las salsas de tomates que le enseñó su abuela italiana. Mi mamá también se incluyó en el negocio. Y mi papá me apoya en preparaciones con ajíes guindilla que son cultivados por él y yo los deshidrato para luego chancarlos. En general son productos bien artesanales", confiesa Ana.
Desde un principio Alpacay apostó por las energías renovables trabajando con paneles fotovoltaicos que ganaron con un Capital Abeja. Respecto a la materia prima para sus fabricaciones, las consiguen con proveedores del terminal del agro, o bien, a través de amigos que tienen sus propias parcelas.
"Nuestra gastronomía es muy simple, pero utiliza materias primas que tienen historia ancestral y siempre está relacionada al tema familiar, ese es su cuento. El concepto de patrimonio e identidad está muy enlazado, pero también el de fusión porque somos una región con muchos migrantes, por lo que es posible unir estas culturas que no podemos desconocer y lo hacemos con mucho orgullo".
Un lugar especial en el negocio es el que ocupa Benigna Bolaños Huanca, abuela de Ana, quien es oriunda de Socoroma. "A ella la honro a través de estas preparaciones. Es el valor que tienen los orígenes y el patrimonio", sentenció.
"Mi hijo fue el de la idea, con él empezamos con las salsas de tomates que le enseñó su abuela"