Reeditan "La chica del Crillón", de Joaquín Edwards Bello
Si no fuera por los trolleys o la detención del tren en Llay Llay, por la vía entre Santiago y Valparaíso, la novela "La chica del Crillón" parece recién publicada, pese a tener casi 90 años.
Valeria Barahona
Teresa Iturrigorriaga es una aristócrata capitalina venida a menos, como tantas de hoy y ayer, que se las ingenia para que no se note mediante el uso de códigos como la ropa, el lenguaje o los lugares de moda, pero ¿quién no quiere vivir mejor? Pregunta que se hizo el periodista y escritor Joaquín Edwards Bello en 1935, cuando publicó "La chica del Crillón", novela que ahora vuelve actualizada a las librerías por Ediciones UDP, sello que en 2008 inauguró una biblioteca del autor.
Esta novela costumbrista llevaba una década sin reeditarse, pese a que "la segregación social, el arribismo, cómo las clases van cambiando de barrio para distinguirse del medio pelo recién llegado, está lleno de ese tipo de observaciones que después del 18 de octubre de 2019 son sumamente actuales", dice la autora del prólogo, la académica Andrea Kottow, desde la Universidad Libre de Berlín, donde trabaja como profesora visitante en un curso acerca de la performance en Latinoamérica, con citas a Las Yeguas del Apocalipsis y Las Tesis.
-Pese a que es un texto de casi 90 años, tiene temas de hoy, como el enriquecimiento a través de la política.
-Edwards Bello recibió los premios nacionales de Literatura (1943) y Periodismo (1955), entonces tiene esa doble militancia, lo que lleva a que en sus crónicas y novelas siempre haya una mirada muy mordaz sobre el funcionamiento y la estructura de Chile, entonces creo que él reconoce una serie de características de nuestra sociedad que en gran parte siguen presentes: esta es una novela sobre el clasismo, desclasarse, el miedo a caer en otra clase social; el temor de la clase alta y de la élite a mezclarse, confundirse con la clase baja, incluso el "asco" a la clase baja, con ese desaire que le hacen a la protagonista al hacerla sentir que huele mal, y ella comienza a reflexionar sobre qué significa oler como pobre, a humedad, a encierro; también está muy vinculada al tema habitacional, cómo viven los pobres, cuando ella se convierte en una suerte de agente inmobiliaria.
-¿Por qué el olfato es un sentido segregado en la literatura?
-Siempre se dice que la modernidad privilegió la vista, pero acá el olor ocupa un lugar central en relación a la clase, es curioso.
-Como también el que Edwards Bello escriba con voz de mujer.
-Hay un doble juego ahí: es bien poco común en nuestras letras que un autor biológicamente masculino adopte una voz narrativa femenina. En el prólogo hablo de "El diario de una loca", de José Victorino Lastarria, en donde también toma en primera persona la voz de una mujer reclutada en un manicomio, y acá Edwards toma la voz de Teresa Iturrigorriaga. Más allá de lo que uno podría interpretar esto como un gesto transicional en términos genéricos, o de un cierto travestismo narrativo, también hay una escena fantasmal, que no se sabe si ocurre realmente o en un mundo de ensueño, pero que creo que claramente es una escena lésbica entre Teresa y esta especie de mentora que tiene, además de un sueño en que cabalga y claramente puede hacer referencia a una escena sexual, amanece adolorida entre las piernas, entonces, dentro de la confusión, me parece que es bien explícita.
-El autor fue condenado por su entorno debido a sus críticas, por lo que usar el lenguaje onírico quizás era una forma de protegerse.
-Siempre fue un poco el niño travieso de su familia, desde la primera novela que publicó, "El inútil", en 1910, donde se ríe un poco de la clase alta, lo que vuelve un personaje bien complejo, siempre medio desclasado, jugador, asiduo visitante de prostíbulos, que se mezcló con la clase baja y terminó alejado de su grupo social.
-Es un poco lo que después refleja su sobrino nieto, Jorge Edwards, en "El inútil de la familia", en 2004.
-Edwards se basa en la figura de Edwards Bello interpretándolo como el inútil de su familia, y jugando con ese título que ya se había utilizado.
-Volviendo a "La chica del Crillón", las otras chicas del Hotel Crillón, María Luisa Bombal y María Carolina Geel también las citas en tus libros, "Escribir & tachar" y "Fronteras de lo real". ¿Cómo las relacionaste con Teresa?
-Acá tenemos tres autores que escriben con distintas edades, en los años 20, 30, 40, un poco más allá también, que los relaciono a través del espacio del Crillón, hotel donde se reunía la clase alta en el centro de Santiago y que dos veces fue escenario de crímenes, uno por Bombal y otro por Geel: la primera, escritora, le dispara a su amante, Eulogio Sánchez, por despecho. No queda muy herido, sólo se accidenta un brazo y no eleva cargos contra Bombal. Además, un poco por recomendación de Pablo Neruda, ella termina yéndose a Buenos Aires, también en un intento por alejarla del escándalo. Luego Geel, periodista, escritora, bastante reconocida por su medio, le dispara a Roberto Pumarino, quien fue primero su amigo, después amante, porque estaba casado. Nunca se separó, pero murió su mujer, lo cual lo libera para casarse con Geel y cuando le dice eso a ella, no se sabe bien qué pasó, le disparó en el salón del Hotel Crillón. Ella sí lo mató, fue condenada y ahí escribió "Cárcel de mujeres", instada por (el crítico) Alone. Me parece curioso cómo esto trenza desde lo biográfico, pero también desde lo escritural, en el sentido de que "Cárcel de mujeres" es la obra más conocida de Geel, cómo se vincula con Bombal: Alejandra Costamagna ("Imposible salir de la Tierra") en un momento planteó, simbólicamente, que de alguna manera Geel completó el intento de asesinato de Bombal, un poco en clave feminista, y luego "La chica del Crillón".
-Ahora el edificio del Hotel Crillón es una tienda de retail en el Paseo Ahumada, a la que quizás mucha gente entra por la historia, por las escaleras de mármol que aún se conservan, sus barandas de bronce, pero tal vez no saben lo que ahí pasó.
-Creo que no. Por eso también es importante que estos textos se reediten y vuelvan a circular, porque hay un gran desconocimiento general en Chile de la tradición literaria. Estos son autores que a la gente que lee les parecen fundamentales, pero para la mayoría son desconocidos.
"La chica del Crillón"
"Joaquín Edwards Bello Ediciones UDP 232 páginas $14 mil