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-No de curas, de monjas: el Santa María Reina. Ibamos a misa y yo creía mucho, era muy devoto.
-¿Querías ser cura?
-Ni siquiera cura, yo quería ser Papa. Anhelaba el rito y la homilía, por eso postulé a ser monaguillo: me encantaba ser como el cura chico. Tengo fotos.
-¿Y qué pasó con esa fe?
-De adolescente no creía en nada, me parecía todo asqueroso, así que rompí con eso radicalmente. Pero ahora ya más grande, reconciliado con las cosas del pasado, me di cuenta que nunca iba a poder resolver el tema de la fe. Nunca iba a poder saber si yo creía o no creía, pero aún así me apasiona la fe. No sólo la católica sino que también la de otras religiones. Me di cuenta que siempre estaba muy presente en mis abuelos y en mi mamá sobre todo, una especie de lenguaje coloquial referido a Dios, a los Santos y a la Virgen.
-¿Por ejemplo?
-Dios quiera, 'mijito' y la Virgen Santísima, cualquier cosa. Hay una riqueza en el habla de las clases bajas dada por la fe. Dios tiene espacio allí, en ese lenguaje de todos los días.
-¿Te sabes los rezos?
-Todos. Cuando estoy angustiado me pongo a rezar o a leer la Biblia. La leo literariamente, pero si estoy muy golpeado, leo salmos con fines espirituales. Es permanente en mí el interés por la trascendencia o la fe. La Biblia es el gran relato que nos hemos contado. Fue antes de la filosofía, antes de la historia. Y 'la palabra' siempre ha estado muy presente en la literatura. En las casas de clases medias puras, donde no hay bibliotecas, sí vas a encontrar una Biblia de todas maneras. Y la señora va a leer de vez en cuando un pasaje de los evangelios, del credo.
-¿Qué otro libro te influyó?
-Yo quería robarme lo más posible "Meridiano de sangre", de Cormac McCarthy. En un mundo donde las cosas se resuelven a través de la guerra, ¿qué tipo de dios puede haber ahí? En un mundo donde se matan niños, ancianos, guaguas, ¿qué tipo de dios puede ser ése? Oye está ladrando el perro. ¿Me esperas?
Cállate, frank
-En "Aguafuerte" están los patrones de fundo y los peones. ¿Desde cuándo la diferencia de clases sostiene a Chile?
-Probablemente desde siempre.
Ladra el perro otra vez.
"¡Callate Frank!", le dice Simón Soto y sigue: "La idea del fundo como micro país se me apareció mientras investigaba para la novela. El libro de la Independencia de Chile de Jocelyn-Holt, es un libro muy potente porque expresa la idea de los criollos feudales. Los españoles que nos independizaron no vienen de una aristocracia de alta alcurnia, sino que son hombres de medio pelo que venían a trabajar y le compraban a la corona la posibilidad de asentarse y hacerse un nombre acá. Me interesaba desvincularme de la imagen de los grandes héroes de la Guerra del Pacífico. Todo el mundo se disfraza de Prat en el colegio, pero en el origen, son sólo hombres sin apellido. Chile es eso. Lo anónimo y el inquilino", dice Simón Soto.
-En el libro hay un personaje de apellido Soto.
-Como yo. Es lo que tengo más cercano, mi experiencia como un hombre común y corriente, de clase media baja. Mi abuelo era analfabeto y venía del campo. Toda esa materia la uso y la recontra uso. También uso lo que veo acá afuera, en el Barrio Matta. Uno usa lo que tiene cerca.
-¿Quién era tu abuelo?
-Mi abuelo Pepe venía de San Carlos, cerca de Chillán. Nunca aprendió a leer. Trabajó toda su vida en la bodega de la Viña Santa Carolina en Macul. Vivían en la población Santa Julia. Mi otro abuelo, Gallo, venía de una familia de Valparaíso. Era un putamadre. Se dedicó a la carnicería y cuando se vino a Santiago trabajó en mecánica. Mi viejo también es mecánico, compraron en La Reina cuando era un peladero. De esa gente yo saco todo.
-El nieto de un analfabeto, hijo de un mecánico, escribe novelas. ¿Cómo pasó eso?
-Yo también me lo pregunto mucho siempre. No lo sé, la verdad. Yo creo en el afán de escuchar y guardar relatos. En el último tiempo le pregunto mucho a mis papás sobre mis abuelos o de cosas que me acuerdo, de los vecinos y voy anotando porque sé que me va a servir.
-¿En tu casa habían libros?
-Poco, pero sí había música. En el taller había mucho rock y mucho jazz. Yo creo que eso me hizo militar en la literatura. Mi papá tenia casetes de Jimi Hendrix, de Electric Light Orchestra, de Santana. No tuve una formación literaria de la casa, pero sí musical. Hay un vínculo quizás entre la música y la literatura.
-¿Qué música tendría este libro?
-No sé, un amigo que tiene una disquería me dijo que mis libros eran súper rockeros.
-Salvo en las escenas donde aparecen las mujeres que suena más a Satie.
- Me preocupaba la imagen de la mujer en esta época, trazada en el 'Adiós Séptimo de Linea' (Jorge Inostrosa) como una figura idílica, a la que le escriben cartas. Eso me daba temor ponerla como una figura etérea e inmaterial. Quería arrancar de eso.
-¿Qué investigaste sobre las mujeres en la épica de la guerra?
-La mujer trabajaba mucho. Era una mujer obrera, que trabajaba en las cocinerías o en los lugares de esparcimiento cocinando, limpiando. Eran mujeres de trabajo. El protagonista conoce a su amor en una chingana. Te cuento esto sin desconocer que es un libro muy masculino. La mayoría de los personajes son hombres y los hitos son de hombres.
Ladra de nuevo Frank-, Simón suspira resignado.
-¿Por qué se llama Frank?
- Por Frank Underwood de House of Cards.
-¿Y por qué ladra?
- Porque odia los camiones de gas. Y allí al frente hay uno.