Editorial
Tradiciones que no se pierden
Terminado el carnaval andino "Con la Fuerza del Sol", ahora se vienen las celebraciones de los pueblos del altiplano y también de los valles para pedir por un año de buenas cosechas.
Se trata de costumbres, ritos y tradiciones que vienen de muchos años enraizados en la cosmovisión andina que cruza fronteras y culturas.
Es el caso por ejemplo, del desentierro de Ño Carnavalón en los cerros del pueblo de San Miguel de Azapa.
Este rito tuvo su impulso gracias a la destacada vecina Albertina Felipe, la que por los años 60 y 70 dio forma al entierro del famoso muñeco "abuelo carnavalón" en uno de los cerros cercanos a su vivienda.
Y en una de las tardes de febrero comenzando la tradición se sube al cerro con las tarkas y cervezas, para despertar al "Ño Carnavalón" y dar pie a los bailes y comparsas en una especie de pasacalle por el pueblo y además, visitando varias casas donde se acoge a los alféreces y comparsas.
La tradición con el tiempo ha seguido por parte de los herederos hasta que al domingo siguiente se procede al entierro del carnaval y el Ño Carnavalón vuelve a quedarse dormido al son de las cacharpayas.
En medio y durante la semana tiene lugar el martes de challa, donde diferentes comparsas bajan a la ciudad y recorren ferias, mercados, edificios públicos, la municipalidad y gobierno regional con el fin de rogar po un buen año, lleno de éxitos como las buenas cosechas que esperan los lugareños de los valles.
Con alegría, música, bailes, serpentinas y harina de color, los danzantes invitan a todos a sumarse a esta festividad y rogativa.
Lo que sí ha tomado otro cariz y es más bien una expresión vecinal, son las guerras de agua en la cancha del poblado de San Miguel, donde a veces los excesos llegan a molestar a los automovilistas que circulan por el sector.
Más allá de aquello, lo rescatable sigue siendo que las tradiciones no se pierden.
Pasan distintas generaciones, pero se hereda el espíritu de respetar las tradiciones de los abuelos y abuelas, que llegaron a formar sus familias y contribuir al desarrollo de la agricultura, la ganadería y el comercio en general en esta zona donde se le ha ganado a la escasez hídrica.
"Pasan distintas generaciones pero se hereda el espíritu de respetar las tradiciones de los abuelos y abuelas"