Julia Navarro: "Nos falta ponernos en la piel de otros"
La escritora best seller española presentó en Chile "De ninguna parte", novela protagonizada por un adolescente que jura venganza luego de ver morir a su madre y a su hermana pequeña.
Por Franco Fasola
Julia Navarro (Madrid, 1953) estuvo de gira por Chile. La autora de "La hermandad de la sábana santa" y "Dime quien soy" llegó apurada de una charla con Comunidad Mujer, dio entrevistas y se reunió con cientos de sus lectores en el Teatro Oriente. En su visita a Santiago a fines de noviembre no paró. Y como rockera consagrada, pidió Coca-Cola Zero helada y se lanzó a hablar contra el mundial de Qatar.
Un día antes -en el epicentro del fútbol mundial- hinchas de Marruecos y Bélgica protagonizaron una batalla campal en Bruselas, luego que el equipo europeo perdiera. Las grietas de la migración aparecieron en todos lados. Igual que en "De ninguna parte", su octava novela. Allí entró en el fracaso del multiculturalismo, el desarraigo y los fundamentalismos religiosos a través de la historia de Abir Nasr, un adolescente musulmán, y la de Jacob Baudin, francés de origen judío, con un punto de quiebre que les cambiará la vida.
Julia Navarro dice que le encantan los mundiales, pero que este no lo está viendo. Es su "pequeña protesta".
"A mí me parece vergonzoso que se celebre en Qatar. A veces Occidente guarda sus valores en el armario cuando alguien saca un cheque. Qatar es un lugar donde no se respetan los derechos humanos, donde las mujeres son súbditas, no ciudadanas", expresa.
- En "De ninguna parte" muestra la rabia y el desarraigo de los migrantes.
-El fenómeno migratorio se ha desbordado por los conflictos bélicos, la violencia, las guerras, pero también por la miseria. A nosotros nos llega gente de África y del extremo oriente, y a vosotros les llega gente de otros países de América, eso es la historia de la humanidad. Creo que nos falta intentar ponernos en la piel de los otros. ¿Qué haría yo si hubiese nacido en el Cuerno de África, viviera en medio de una gran sequía y no pudiera dar de comer a mis hijos? ¡Pues haría lo que hacen tantas mujeres y tantas familias: coger a mis hijos y empezar a andar a ese lugar que se llama Europa, que parece que hay una vida mejor! En América Latina, pues me voy a Chile, que parece que hay una vida mejor o que puedo encontrar más oportunidades. Nadie se marcha de su casa dejando a sus familias, dejando a sus costumbres, dejando su forma de ser, su forma de pensar, si no es por una auténtica necesidad.Entonces primero pongámonos en la piel de la gente que se marcha, y después pensemos qué se provoca en ellos: un enorme desarraigo, porque ya no eres del lugar que te has ido, pero tampoco llegas a ser del lugar que has llegado.
-Es lo que les pasa a sus personajes.
-La primera generación tiene muy claro que ha venido a trabajar, a dar de comer a sus hijos, a que tengan una vida mejor. Pero, a veces, las segundas y terceras generaciones o si los niños son muy pequeños, se encuentran que en casa me enseñan unos valores y la sociedad en la que estoy me dice todo lo contrario. Entonces, ¿cómo se gestiona eso cuando eres un crío, cuando eres un adolescente?
-¿Cómo ve que lo gestionan los gobiernos?
-Tratando de buscar espacios comunes, donde todos podamos vivir. El espacio común es el espacio público. En Europa son democracias, entonces todos debemos tener los mismos derechos y las mismas obligaciones. Luego, en el espacio privado tú haces lo que quieras, reza a quien quieras, comes lo que quieras, y haces lo que quieras, pero el espacio público nos obliga a todos por igual. A veces hay una mirada absolutamente colonialista por parte de los occidentales respecto de otros países.A la gente que llega dejémosle que tengan las costumbres que quieran, pero terminas construyendo guetos y marginando. Porque si no les das los mismos derechos, y por tanto las mismas obligaciones, estás creando ciudadanos de distintas clases.
-Uno de sus protagonistas, Abir, era un niño que quería ser ingeniero y termina siendo terrorista. ¿Qué le pasa con el tema del origen y la idea del pasado como condicionante?
-Soy muy orteguiana. Creo que las circunstancias sí que tienen un peso en todos nosotros. Un crío que ha nacido en un campo de miseria en el sur de El Líbano, no es lo mismo que alguien que ha nacido en Nueva York. El origen te imposibilita salir del laberinto en el que has nacido. La última palabra la tenemos nosotros, yo creo en la libertad del hombre, pero a veces es mucho más difícil. ¿Qué es lo que yo he querido contar en "De ninguna parte"? Lo que intento hacer es una reflexión sobre el desencuentro que hay entre Oriente y Occidente y el problema de identidad que se produce en muchas de esas personas que vienen a vivir entre nosotros. Los más jóvenes terminan sin saber muy bien de donde son. He querido hacer una reflexión. Pongámonos en la piel de los otros. Si no nos ponemos en la piel de los que vienen a vivir entre nosotros, no vamos a poder arreglar los problemas que causa ese encuentro entre costumbres. Los problemas hay que abordarlos:no ignorarlos, apartarlos y construir guetos.
"De ninguna Parte"
"Julia Navarro Plaza & Janés 416 páginas $17.000