En estudios conjuntos realizados por el Instituto de Salud Pública de la UNAB y la U. de Chile, con el patrocinio de Medtronic, hemos abordado las brechas de género en el ámbito de la salud de mujeres pacientes y cuidadoras. Los resultados son alarmantes: un conjunto de brechas biológicas, culturales y sociales permean el ámbito sanitario.

Por ejemplo, en el caso de accidente cerebrovascular (ACV), se registran episodios más letales y con mayor discapacidad asociada. La evidencia internacional muestra que, pese a haber condiciones de cobertura financiera del ACV, las mujeres tardan más que los hombres en ser diagnosticadas y no reciben el mismo volumen de tratamientos ni prestaciones de rehabilitación.

Casi tres cuartos de quienes cuidan a sobrevivientes de ACV son mujeres. Una mujer que cuida a un sobreviviente lo hace con escaso apoyo del sistema de salud, asumiendo el cuidado sin los conocimientos básicos para ello, y padeciendo, como consecuencia, dolor musculoesquelético, insomnio y patologías de salud mental. Debemos avanzar en apoyar a la mujer que sobrevive a un ACV y también a la mujer que cuida a sobrevivientes.

El sector salud debería reconocer que es necesario consolidar desde la seguridad social modelos de atención y de financiamiento que apunten no solo al acceso a más atenciones, sino a dar acceso a la salud teniendo presente que la experiencia de la mujer es distinta. Debemos avanzar en plantear coberturas de salud mitigando brechas de género.

Esperamos que la discusión actual y la reforma de salud sean oportunidades para proponer un abordaje de estas brechas.

Daniela Paredes

Académica del Instituto de Salud Pública UNAB

El viernes celebramos 100 años desde la primera transmisión radial en Chile. Aquel día se logró transmitir la voz humana mediante ondas de radio entre el edificio de la Universidad de Chile y las oficinas de El Mercurio, ubicado a cinco cuadras de allí.

Desde entonces, la radio se fue consolidando como un medio de información protagónico. Primero, de utilidad pública y entretención. Y al cabo de algunos años finalmente se convirtió en un vehículo fundamental para la difusión cultural, en particular a través de la música.

A lo largo de estos 100 años se vaticinó en numerosas oportunidades el declive de la radiodifusión: sobrevivió la irrupción de la televisión a finales de los años 50, la masificación de los medios de grabación y reproducción de música en los años 70 y finalmente la hegemonía de internet.Si bien la radio tradicional se encuentra hoy en el tercer lugar de audiencia, después de Internet y la televisión abierta, sigue siendo hoy el medio líder en términos de consumo por unidad de tiempo, con un promedio de cuatro horas diarias.

Al cabo de 100 años, sin importar el medio de transmisión, la radio se reinventa en la era digital y está más viva que nunca gracias a sus atributos únicos:

El vivo, que permite entregar información en brevísimos plazos, libre del tedioso aparato de producción propio de la televisión y de la edición.

La ubicuidad, siendo aún a menudo el único medio de información disponible ante catástrofes y emergencias.

Y por supuesto la compañía, aquella banda sonora del día a día que no exige nada a cambio: preparando el desayuno, trabajando en el taller o simplemente caminando, la radio no pide más que presionar el botón de encendido.

¡Larga vida a la radio en Chile!

Raphael Franca, director de la Escuela de Sonido, Televisión y Locución de AIEP

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