Chile y la Guerra de Las Malvinas
Este mes de junio se cumplieron 40 años desde la capitulación de Argentina en la Guerra de las Malvinas. En ella, tras dos meses de conflicto, Gran Bretaña se impuso y logró mantener la posesión de las Falklands, algo que se mantiene hasta el día de hoy. Sin embargo, con respecto a la participación chilena existe una serie de mitos infundados relacionados con una supuesta traición ejecutada en esa época para perjudicar directamente a Argentina, olvidándose la tensa situación existente durante el periodo, por la crisis del canal Beagle.
El último paso interoceánico descubierto en el siglo XIX, había adquirido relevancia tras el tratado de 1881, donde Chile quedó dueño de este y las tres islas de su desembocadura (Picton, Nueva y Lennox); mientras que Argentina alegaba una posición atlántica y las reclamaba para sí, algo que se mantiene durante la primera mitad del siglo XX, ya que su posición estratégica permitía proyectarse a la Antártica, el continente que recién en ese periodo se descubrió en su totalidad.
La controversia se extendió hasta 1967, cuando Chile acude al arbitraje de la reina Isabel II de Inglaterra, quien, en 1977 falla a su favor: el canal y las islas nos pertenecían. Argentina entonces declaró el fallo como "insanablemente nulo", desconociéndolo, lo que generó una escalada de tensión que casi nos lleva a una guerra, lo que se evitó por mediación del Papa Juan Pablo II.
¿Y qué tiene que ver con las Malvinas? Que durante todo el conflicto se mantenían las conversaciones de la mediación, que no habían sido fáciles durante esos años y peor aún, la situación se volvía crítica con una guerra que prometía, a juicio del general Galtieri, una recuperación de la soberanía argentina de las islas del sur.
Entre 1977 y 1984 enfrentamos una verdadera crisis en la zona austral - antártica, donde la guerra de las Malvinas y el conflicto por el Beagle son parte de esta; debido a que se discutía el dominio de amplias zonas marítimas y cuyas islas eran parte de un elaborado rompecabezas para mantener las proyecciones de soberanía en la Antártica.
La actitud oficial chilena de la época - neutralidad pública y apoyo solapado - sin duda respondió a la propia situación en que se encontraba con Argentina, una mediación no exenta de incidentes en la frontera que se agudizarían si la guerra les era favorable.
Por ello, el mito de la traición solo responde a que se recuerda una parte de la historia, la ocurrida en 1982, pero no a la situación en su conjunto, que se arrastraba desde 1977 por el canal Beagle y sus islas; la que no se encontraba zanjada y cuyas conversaciones solo se terminaron en 1984 cuando se firma el Tratado de Paz y Amistad entre ambos países.
Karen Manzano Iturra
Académica e Investigadora Instituto de Historia Universidad San Sebastián