Hombres en el ocaso del mundo
En "El mundo abajo" (Alfaguara) del escritor chileno Patricio Jara están los hombres del agua, del heavy metal, de los aviones y de las chatarras. Masculinidad pura y dura en una sinfonía que cruza el bien y el mal.
Por Cristóbal Gaete
Son algunos hombres enfrentados al cielo, el mar y el desierto. Otros hombres luchando por la música. Un piloto que diseña rutas de aviones, un buzo profesional y un par de investigadores. Estos son los personajes de "El mundo abajo", el nuevo libro de cuentos de Patricio Jara (1974), en el que el autor trabajó varios años.
Jara ha hecho una obra a partir de su lugar de nacimiento, Antofagasta. Desde su tierra levanta historias que parecen inagotables pese a los muchos años que lleva en Santiago. Entre su amplia bibliografía destacan las novelas "El sangrador" (2002, Premio Mejores Obras Literarias inédita) y "Geología de un planeta desierto" (2013, Premio Municipal de Literatura de Santiago).
"El mundo abajo" contiene dos partes, con dos unidades de relatos. "Había dos familias de cuentos", explica Jara. La primera parte, abocada a la naturaleza, se trata de "Las tierras sumergidas". "La forma como nacen los cuentos es la de siempre, hay una anécdota, una situación, pero curiosamente esas situaciones o esos personajes van ligados a un paisaje. A mí me importa mucho dónde ocurren las cosas. Fue un proceso lento. Y el escenario iba cobrando presencia de a poco. Fue una percepción que yo tuve al final", acota el escritor y periodista.
-Uno de tus personajes encuentra algo muy extraño en el desierto. ¿Qué es lo más extraño que tú has encontrado allí?
-He visto ovnis, la dura. En San Pedro de Atacama, en el invierno de 1991. Íbamos de San Pedro a Socaire un grupo de amigos con un cura del colegio (que por suerte ya no es cura, se casó, tiene su familia). Y vimos una luz muy rara, desde una camioneta en que íbamos como 8 personas. Una luz que se abría. Lo más freak es que nos volvimos locos y todos le pedíamos explicaciones al cura. Casi le pedíamos que fuera a conversar con los marcianos.
Rocanrol
"Una estación en el abismo" es la segunda unidad de cuentos. Todo parte con una banda de rock metal que busca plata para hacer su música. "Este segmento es más sombrío que el primero. Está más ligado a personajes", apunta el escritor antofagastino. Son masculinos, con una alta carga de violencia extrema.
De música ya había escrito Jara en varios de sus libros anteriores, como las crónicas "Pájaros negros" y "Pájaros negros 2", biografía que escribió de la banda "Pentagram" y "Read in blood", un ensayo sobre el grupo Slayer.
-¿Por qué decides narrar la épica de una banda de metal?
-Esta idea que junta a la gente a hacer música o a poner sonido donde antes había silencio, para mí es una cosa estremecedora. También lo es la persistencia de los músicos, las cosas que hacen para sacar adelante sus proyectos. Tocar rocanrol es muy difícil.
-Los personajes de esta segunda parte son ominosos. ¿De dónde salen?
-Hay una mezcla de cosas. "Búfalo" era un personaje que yo conocí en Antofagasta, su presencia era así, ese pelo, no sus hábitos. Pareciera ser que cuando uno define un personaje, o tienes una o dos ideas, las otras cosas llegan como un imán. El "Búfalo" tiene que ser levemente cojo, tiene que ser levemente como animalesco. Eso finalmente tiene que ver un poco con este lugar tan siniestro como los cementerios de autos, ahí tuve que investigar harto, sobre todo afuera, en el extranjero donde hay harto supermercado de la chatarra.
-Ese relato es especialmente violento.
-Tiene una polera del Colo con dos hoyos. Dice el narrador: "Es como si se la hubiera robado a un indio muerto a balazos". Es una frase muy impopular, no digo que sea una apología a la violencia en el fútbol, en absoluto, no lo es, pero es la apreciación de alguien que tiene esto en su cabeza, la está diciendo el personaje en su propia lógica, en su propia manera de comportarse. Es el cuento más pesado del libro, el más denso. Un personaje así puede en una primera lectura provocar rabia, pero en una segunda puede despertar profunda tristeza. Hay personajes muy oscuros, los vas transformando. Las historias te van pidiendo cosas que se van sumando, y así van encajando.
-¿Qué te llama a ti a escribir de esa violencia?
-Entiendo este tipo de relatos como ficción. Ahora, estas situaciones en la realidad existen, esas formas de pensar existen y son parte del entorno. Aquí no hay extraterrestres ni robots ni ciborgs que son buenos o malos, acá hay gente que hace cosas buenas o malas. El principal hilo es que los personajes se encuentran o quedan expuestos en estas situaciones tal como queda el lector entrando en estas historias. Uno nunca sabe de dónde vienen las historias. Es como cuando ves a alguien desde la ventana cuando vas en un bus o en una micro y te detienes un segundo, y después pasa. Por un segundo prestaste atención y te hiciste preguntas y las intentaste responder.