Guerra en Ucrania
"Lamentablemente, a pesar de la evolución tecnológica, la guerra convencional con sus estrategias más tradicionales sigue estando vigente".
Coronel Rodrigo Arce Ducassou, - Comandante del Regimiento Logístico Nro 6 "Pisagua"
El pasado 24 de febrero, el mundo despertó con un nuevo conflicto bélico en la Europa del Este. Tropas rusas invadieron la frontera norte y este de Ucrania, después de tensas semanas de advertencias de ataque. Así, la comunidad internacional ha visto estas acciones con consternación, sin poder avizorar una reacción eficaz para una solución política que detenga la violencia que representa la guerra.
Las operaciones militares contra Ucrania traen a la memoria lo ocurrido en Polonia en 1939, que dio inicio a la II Guerra Mundial, y la invasión de Irak a Kuwait en 1990, que provocó la 1ra Guerra del Golfo Pérsico en 1991 y la de Afganistán e Irak en 2001 y 2003. Así, la estrategia refleja un empleo tradicional de la fuerza, propio de los conflictos del siglo XX. La habitual maniobra estratégica en línea exterior utilizada por Rusia, se enfrenta a una maniobra estratégica de defensa tenaz por parte de Ucrania, sitiando las ciudades más importantes, especialmente la capital Kiev. A pesar de la diferencia de fuerzas, la férrea resistencia ucraniana, sumado al decidido apoyo de sus habitantes y de un inusitado liderazgo de su Presidente, han evitado doblegar la voluntad de lucha de los ucranianos.
De esta forma, se ve que el conflicto se apoya en la explotación de la tecnología, los medios de comunicación y las redes sociales, como una forma de influir en la mente de los líderes, la opinión pública, el apoyo de la comunidad internacional y la población.
En ese sentido, se espera que las hostilidades revelen nuevos ingenios militares, los que tradicionalmente aparecen en cada nuevo conflicto. El problema es que estas inversiones son cada vez más destructivas que las anteriores. A esto se agrega la amenaza de la potencia nuclear, que dificulta aún más la solución del problema.
Así las cosas, las pérdidas de vidas ya se cuentan por miles. La destrucción está siendo parte del paisaje de esta parte del mundo, que se caracteriza por sus riquezas naturales y por su ubicación geoestratégica que da acceso al Mar Mediterráneo, Europa, y con ello al Atlántico.
Sin duda, parte de los intereses en juego y que motivan el uso de la herramienta militar. Por ahora, la comunidad internacional busca desincentivar las hostilidades a través del derecho internacional y los derechos humanos. Pero, lamentablemente, a pesar de la evolución tecnológica, la guerra convencional con sus estrategias más tradicionales sigue estando vigente, a pesar de sus devastadoras consecuencias y efectos en la población.
Ello nos llama a reflexionar respecto de lo frágil que resulta la paz, y lo relevante que es fomentar las soluciones pacíficas a todo tipo de controversias, junto con una capacidad de respuesta militar bien equipada, entrenada y disponible para generar la disuasión suficiente que aleje todo intento foráneo de usar la fuerza en contra de la soberanía nacional.
Es de esperar que la comunidad internacional pueda influir para lograr el cese de las hostilidades. Mientras tanto, el mapa geopolítico se comienza a redibujar y podría ser un gen de inestabilidad política y militar en esa zona del planeta, cuyas características estratégicas, históricas y económicas, hacen de ella un lugar del mayor interés para las potencias del mundo.
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