Rafael Gumucio regresa después de caer en bicicleta
El escritor chileno se quebró las manos tras caer desde una bicicleta que usaba Fuguet en EE.UU. Con las muñecas operadas y vendadas escribió "Hotel Montana y otros cuentos".
Por Valeria Barahona
A través de la pantalla, Rafael Gumucio ("Memorias prematuras") sonríe con la calma de quien ya recibió la primavera y superó la pandemia en Nueva York, Estados Unidos, donde está viviendo junto a su familia. Paralelamente, en esto días, su nuevo libro "Hotel Montana y otros cuentos" se edita en Chile. Las historias sobre mujeres extrovertidas, dueñas de sí, hombres acobardados y niños que saben más de lo que creen saber las fue escribiendo con las manos vendadas tras sufrir un accidente en bicicleta. La bicicleta se la regaló Alberto Fuguet.
El autor asegura que "al menos lo pasé bien escribiendo, no sé cómo lo estará pasando el lector leyéndolo. Ahora me preocupa el lector. Este libro es quizás el más autobiográfico que he escrito", dice el también creador de "El galán imperfecto" y "Milagro en Haití".
-¿Cómo están ahora tus manos?
-Puedo girarlas solo en un sentido, pero al menos puedo escribir, no estoy del todo perdido.
-Eso fue muy como tus personajes, con vocación para el autoboicot.
-(Ríe) completamente. Y todo es bien estúpido, sin mucha razón. Ahora voy a volver a (la compañía de teatro online) The Cow Company, estamos en un pequeño descanso. No voy a hacer nunca más ningún ejercicio físico, me quedé sin deporte, con lo que me gustaba (ironiza). Odio el deporte, nunca he hecho ninguno, y ahora ya tengo una justificación para no hacerlo.
-Estás como el niñito que lo van a dejar al colegio en tu cuento "Primer día".
-Y el papá la caga. Ese es el cuento que más me gusta de todos, porque lo viví. O sea, no, no hice eso, aunque cuando mis hijas iban al colegio me habría gustado interrumpir, pero sabía que era una pésima idea. Me gustó ese personaje, además, porque ese cuento es totalmente de autosabotaje, sobre alguien que sabe qué es lo que no tiene que hacer y lo hace igual.
-A lo largo de "Hotel Montana…" sentí que las mujeres somos quienes ponemos los límites, el statu quo y los hombres los quieren romperlo todo.
-Eso lo dijiste tú, no yo (ríe). Las mujeres de mi generación -que además han cambiado mucho, en la vida normal, común-eran las que ponían orden, de alguna forma estructura de tope. Pero no todas las mujeres del libro son así: algunas son bastante enloquecidas y graciosas.
-Como Marisa, la escritora.
-Esa es más enloquecida, libre y divertida como personaje. También la mamá de 'Hotel Montana', que es brava, loca y divertida también. Los cuentos (del libro) giran en torno a las mujeres, aunque casi siempre estos textos son protagonizados por hombres.
-Eres uno de los autores chilenos contemporáneos que más ha escrito sobre mujeres, como la memoria "Mi abuela, Marta Rivas González", por ejemplo.
-Extrañamente se me reprocha no haber hecho lo suficiente, porque como no me leen, se quedan con las opiniones. Las mujeres han sido una de mis obsesiones en la vida y en la escritura también. Me preocupa ese tema, porque estoy rodeado de mujeres: mis hijas, mi esposa, mi mamá.
Mujeres y opinología
-En 2015, publicaste una columna en el diario español El País, "(Casi) todo lo que sé sobre ellas", acerca de tu linaje y al mismo tiempo te estaban acribillando las feministas acá.
-Las mujeres es algo que he tratado de comprender y entender, pero son difíciles y todo intento de explicar esto de manera simple me resulta algo decepcionante.
-¿Por qué tan difíciles?
-Porque tienen más de una vida, llevan vida encima, son seres más perfectos, más completos (que los hombres), se mueren después, pueden crear vida dentro de sí y tienen esa formación tan brusca, donde pasan de niña a mujer, a anciana, eso me llama la atención poderosamente.
-¿Entonces por qué las feministas te tienen tanta mala onda?
-Porque no me leen.
-¿Se quedan solo con tu Twitter?
-Claro, soy una especie de cajero automático desde donde sacan un poco de adrenalina, pero no me leen. Yo también he sido bastante descuidado y he dicho cosas que son bastante tontas, poco pensadas. Me costó darme cuenta que había que pensar mejor en lo que tiene que decir y cómo decirlo.
-El escritor siempre es un poco personaje.
-Cuando escribo cuentos o novelas soy una persona con mucha menos seguridad de la que puedo tener en una conversación o en un artículo, donde trato de decir esto es así, esto es asá. Cuando escribo narrativa intento olvidarme de todo lo que creo saber, entonces no hay certezas ni seguridades. Mis personajes son gente que no sabe muy bien qué hacer, qué pensar, cómo moverse. Es lo que me pasa frente al deber de opinar -porque trabajo de opinólogo- me invento unas seguridades que no tengo.
-¿Crees que el trabajo del escritor es siempre estar opinando de todo?
-No, para nada. Es el tipo de escritor que me inventé yo, pero hay otros que no tienen ninguna opinión (pública) y son muy buenos escritores. Otros tienen opiniones muy comunes, poco interesantes, y también son buenos escritores. No creo que el trabajo del escritor sea opinar, de hecho, en este libro no opino nada.
"Hotel Montana y otros cuentos"
"Rafael Gumucio Penguin Random House 148 páginas $7.500