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privadas operando abiertamente en el territorio, eso le daba a esta guerra un carácter más empresarial que geopolítico. Algunos años después leí de unos ex soldados contratistas latinoamericanos, incluyendo chilenos, que trabajaron para las fuerzas de ocupación que complementaban al ejército estadounidense. Eso me dio una puerta de entrada para conectar lo que quería narrar allá y acá.
-Para la segunda parte, ¿qué te da el diario de vida como formato?
-El diario me da la posibilidad de narrar esta historia desde una manera introspectiva. Todo este escenario de colegio cuico, de clase media alta, que estuviera narrada desde el interior. De alguien que no pertenece realmente a ese mundo y que esa extrañeza fuera lo que se transmitiera a través del diario.
-¿Por qué haces ficción con la muerte de Pinochet?
-Es una novela sobre la crueldad y la violencia en distintos niveles. Desde lo más salvaje y terrible de la guerra y la tiranía hasta situaciones de la adolescencia escolar que son más cómicas, pero que tienen esa crueldad y horror. El correlato más político e histórico a ese mundo cruel, masculino y adolescente fue la muerte de Pinochet. Porque reabrió esas heridas de la dictadura que se barrían bajo la alfombra sobre todo en ese mundo. Es un mundo donde por un lado se celebraba la muerte de Pinochet y por el otro había luto medio secreto por algo que se sentía que se estaba yendo o se estaba perdiendo. Me interesó explorar esa tensión política.
-¿Por qué marcar la farmacodependencia de los personajes?
-Tengo la sensación de que vivimos en una sociedad cada vez más farmacodependiente. Ya sean drogas legales o ilegales, la mayor parte de la gente está consumiendo algo para poder tolerar su vida. Lo farmacológico se está convirtiendo en una especie de bastón necesario para seguir adelante. Me interesaba reflejarlo en distinto niveles.
-Patricia Espinosa señaló la repulsión que provocan tus personajes, es algo que se podría extender a los protagonistas de tu primer libro. ¿Por qué te interesan los sujetos así?
-Creo que en parte lo que me interesa de la literatura es explorar el mal, el horror, la violencia y la crueldad como lo hice en esta novela y en mi otro libro. Y hacerlo desde una perspectiva que no sea completamente oscura y que también tenga espacio lo cómico. Ese estilo, que naturalmente me sale, me resulta. También me empuja orgánicamente a personajes mezquinos, perdedores, entregados a la violencia o tratando de salir de ella sin éxito. Supongo que refleja una mirada decadente del mundo.
COLEGIO Y TV-¿Ahuyentaste fantasmas propios? Aparece el colegio de élite, por otro lado las corporaciones, el rating de la televisión donde trabajaste.
-Gran parte de las dinámicas de la tercera parte están basadas en mis experiencias del mundo de la televisión. La mirada crítica hacia ciertas formas de manipulación emocional o narrativa está sustentada en eso. En el caso del colegio, también, si bien no es autobiográfica, había salido hace años cuando murió Pinochet, muchas de las sensaciones y cosas que viví en mi adolescencia obviamente se tradujeron en el relato de la segunda parte. Está basada en mi propia visión y mi propia experiencia en ese mundo.
-También la tercera parte se podría leer como una crítica a los reality show.
-Los "safari" son una mezcla entre reality show y telenovela. La tercera parte tiene mucho que ver con cómo podría hacerlo una corporación para efectivamente ejercer una tiranía, y qué tendría que pasar con nosotros para realmente aceptar eso. Una de las respuestas que ensaya la tercera parte es que necesitarían elevar la conciencia de nuestra propia mortalidad. Porque cuando nos volvemos conscientes de nuestra propia muerte nos convertimos en seres más mezquinos, más sectarios, capaces de conjurar cualquier tipo de rebelión.
-¿Te esperamos 10 años más para otro libro?
-No, no, por ningún motivo me voy a demorar otros 10 años.
"Vivimos en una sociedad cada vez más farmacodependiente. Ya sean drogas legales o ilegales, la mayor parte de la gente está consumiendo algo para poder tolerar su vida".