Editorial
Reconocer el valor del arte
Dos hechos distintos han marcado esta semana en el arte, la entrega del premio "Reina Sofía de Poesía 2020" a Raúl Zurita y el deceso reciente de Alejandra Lastra, pareja del artista Patricio Manns, quien también se encuentra delicado de salud en la Quinta Región.
Muchos habrán leído o escuchado que el cantautor nacional necesita recursos para costear el momento, no los tiene, lo que no deja de ser sorprendente y doloroso para toda la sociedad nacional.
Más allá de su posición política, como el caso de Manns, los creadores son gran parte del alma nacional, interpretan las profundidades del ser chileno, sus dudas, anhelos y sueños, sus contradicciones y dolores, más allá del entretenimiento que podría ser la primera capa que reviste sus creaciones.
Le debemos muchísimo a cada uno de ellos, por el bosquejo que hacen, por su reflexión y por su capacidad de expandir las capacidades del lenguaje, es decir, abrir nuestras propias vidas a las insondables complejidades de la existencia finita y a veces cruel.
Chile es un país marcado por la poesía, más que por la novela, pero en general por la escritura que ha retratado todos los momentos relevantes en dos siglos de vida republicana. Nos enorgullecemos de los Nobel de Gabriela Mistral y Pablo Neruda, pero no son los únicos de una rica tradición que suma a Pablo de Rokha, Vicente Huidobro, Jorge Teillier, Violeta y Nicanor Parra y tantos otros.
Sin embargo, permanece una deuda con muchos de ellos, no solo en el reconocimiento público, sino en darles la tranquilidad económica para que sigan creando y mordiendo nuestras singularidades.
Lo mismo observamos en esos cantores populares, en las observaciones religiosas y tantos otros espacios donde el valor no está determinado por el costo y beneficio que casi siempre ponemos a nuestras acciones.
¿Cuánto vale el poema que le sobrecoge, la canción que le gusta escuchar o la novela que cada tanto vuelve a releer? Chile es un texto escrito, muchos de ellos nos han dado una identidad en el mundo,y han sido embajadores con su palabra.
"¿Cuánto vale el poema que sobrecoge, la canción que le gusta escuchar o la novela que vuelve a releer?"