"¿Se escucha?, ¡sí profe, se escucha!, ¿ven bien la presentación que compartí?", han sido frases muy repetidas en el actual contexto de pandemia, específicamente, en la educación online.
En esta nueva modalidad de docencia a través de plataformas digitales, también se ha vuelto recurrente ver situaciones que restringen la interacción entre estudiantes y profesor: pantallas en negro, micrófonos apagados, entre otras.
Al principio de esta modalidad, estas frases y situaciones se podían entender en la adecuación a la forma emergente de impartir docencia, pero con los días se fue configurando en un escenario repetitivo, habitual e incluso incómodo, aunque en ningún caso generalizable.
Pero, ¿por qué la mayoría de las dinámicas comunicacionales de clases online están ausentes de vista en cámara?, o en simple, ¿por qué evitamos mostrarnos o mirarnos?
En algunos casos, se puede entender que las condiciones de espacios o infraestructura convengan la opción de no mostrarse. Pero ¿qué ocurre con aquellos que pueden mostrarse y con ello mirarse en una comunicación digital, no obstante, lo evitan?
Situaciones como estas dejan no solo a los docentes, sino también a los alumnos y a los procesos formativos, sumidos en una comunicación distópica, con ribetes ficticios, sin certezas de bidireccionalidad comunicativa, como hablando sin lenguaje a un espacio-pantalla, un cuadro inerte, con solo nombres o imágenes, a sabiendas que el botón "record" avala el tiempo transcurrido.
¿Entonces, cómo resignificamos y recuperamos la mirada online en el contexto educativo?
Debiésemos recordar y cultivar que un signo de respeto es mirar a quien nos habla, que el mirar también permite acompañar, contener, que mirarnos también emociona.
Finalmente, no extraviemos el sentido que escucharnos, respetarnos, mirarnos, es parte del tratarnos.
Boris Cajas Luna,
Doctor en Educación
Académico Psicología UDLA