Estefani Carrasco Rivera.

Con 14 años, Boris Vargas comenzó a rapear y a realizar mini proyectos comunitarios en poblaciones como tocatas, pintatones y beneficios para vecinos.

Su visión de componer y compartir el rap es de sentido social, viéndolo como una herramienta para entregar mensajes de superación personal. A pesar de vivir un trágico accidente, siempre siguió en esta misma línea.

Autogestión

Boris Vargas se apoda "Alubyon Lyrikal" en el mundo del hip hop y sus cinco discos y diverso material audiovisual ha sido autosugestionado a través de sus diferentes trabajos y oficios.

Ha trabajado de feriante, garzón y actualmente trabaja en San Miguel de Azapa vendiendo desayunos para seguir con su pasión por la música consciente.

"Mis canciones tratan de dejar de lado la avaricia, la violencia, justamente ahora saco el EP Premoniciones, donde se toca el tema de la drogadicción y la gente que está metida en pozos sin poder salir. Con la música uno se puede superar como persona", comentó.

Su música ha llegado a Iquique y Ovalle, tiene intenciones de recorrer más el país.

"Quiero seguir por el camino honrado, plasmarlo en la música y así entregar un mensaje a la sociedad que está muy mal".

En diferentes años ha participado en actividades comunitarias relacionadas a "pintatones" de barrios como Tambo Quemado, Santa Rosa, Población Chile y Cerro La Cruz.

Al corazón

Hace siete años atrás Boris fue asaltado antes de llegar a casa luego de su trabajo, siendo apuñalado un centímetro y medio en el corazón. "Tuvieron que pasar dos años para que volviera a hacer todo normal como caminar, moverme y rapear. Cuando pasó eso me vi postergado en el arte y pensé que no podría rapear nunca más. Yo iba a fallecer y desperté después de siete días. Después de años muchachos me dieron la mano para poder rapear como Papewan, Adonays y pude ir surgiendo en presentaciones, ahora espero que pase esto de la Pandemia para seguir con la carrera de músico", afirma.