El fin de la cuarentena significa un retorno gradual -si la gente respeta el distanciamiento social y la seguridad recomendada por actores de la salud- al funcionamiento cotidiano de la ciudad; reapertura del comercio no básico, aumento del transporte público, acceso al espacio público en general para momentos de ocio y no necesariamente para fines específicos como lo permitían los diferentes permisos que otorgaban las comisarías.
Se pone fin a la funcionalidad específica y se regresa a una dinámica de diversos usos que antes de la pandemia enriquecían la experiencia urbana y contribuían al aumento de calidad de vida de las personas.
Todos hemos experimentado la cuarentena en Arica y cada uno sabe las consecuencias de ésta en diferentes ámbitos.
¿Es bueno o malo regresar al antiguo sistema de ciudad? Tarde o temprano con pandemia o sin pandemia las ciudades van a recomenzar a funcionar y la planificación urbana debe ser capaz de lidiar con el flujo de personas que retomarán sus actividades. Sea el dueño de un comercio local, sus clientes, la persona que se ejercita diariamente en el espacio público, los trámites en el centro, los diferentes tipos de compras presenciales, etc.
Ciudades del mundo que tuvieron que lidiar con la pandemia meses antes que Chile, se encuentran ejecutando soluciones de emergencia que promueven tanto el funcionamiento de la ciudad como el distanciamiento físico.
Acciones de bajo costo como ensanchamiento de aceras, peatonalización de calles, habilitación de ciclobandas de emergencia, demarcación en espacios públicos para distanciamientos físicos e incluso un auto-cine que superó las espectativas de asistencia de público.
Tarde o temprano se procederá a la reapertura de ciudades. Al parecer más temprano que tarde, por lo tanto es necesario poder responder de manera inmediata a la carga de personas que se mueven del hogar al espacio público con ejecuciones que permitan mantener tanto la salud de las personas como el funcionamiento de una ciudad en tiempos de pandemia.