Abril de 58 millones de años atrás. La confederación de grandes saurios, alerta a sus socios que pequeños bichos denominados humanoides atacan achoclonados, armados de garrotes haciendo cundir el pánico a brontosaurios, triceratops, brachiosaurus y otros, que lloran porque se confiaron y jamás pensaron que un bípedo de poco más de metro y medio sería tan agresivo. Se sabe de una gran mortandad, no siempre el pez grande se come al chico, y no hay armas para defenderse.
Abril de 2020 los homo sapiens, despiadados depredadores, ahora están siendo atacados en todas las latitudes por un insignificante bicho denominado coronavirus. Pánico universal, no se imaginaron la escoba que podría dejar, por no tomar medidas a tiempo, y no hay armas para defenderse.
Siguientes Abriles de miles de años más, se sigue repitiendo el cuento, somos bichos entre bichos, y cada uno porta su lado débil , que es aprovechado por la contraparte. No se aprende la lección.
Y como todo cuento debe tener un epílogo. Ahora hay que apechugar con el daño. Cuanta gente quedará sin pega y sin ganar el pan del día. Cuanto emprendimiento perdido, cuantos se plantean que no valía la pena sacarse tanto la cresta para que todo se derrumbe en un abrir y cerrar de ojos, quizás los ninis con una patineta bajo el brazo, o los vagos sin casa, tienen razón hay que vivir el día. Nos creímos el cuento de ser superiores y esta microscópica esfera con puntas chatas nos hizo aterrizar, y replantear nuestro paso en vida. Los hospitales colapsan, las economías crujen , los poderosos tiemblan. los famosos se desploman, los pobres se resignan. Parece que ya somos muchos y desde alguna parte esotérica ordenan que hay que podar el árbol.
Como consideración final, este virus es casi inofensivo si lo comparamos con los 78 millones de muertes producidas por Mao en China, los 30 millones de Stalin en Rusia o los 20 millones de Hitler.