Entre la historia y el mito, pocos los recuerdan, pero allí estuvieron, triunfantes o vencidos, defendiendo cada uno a su patria Los hechos y personajes poco conocidos que definieron el destino del Morro
Un ex diputado y futuro Presidente argentino, un marino enjuiciado por una derrota, un ex alcalde y empresario, dos ingenieros descuidados y una cantinera agradecida estuvieron entre quienes participaron en el histórico 7 de Junio.
En libros y documentos que duermen en estantes de la biblioteca municipal Alfredo Wormald Cruz, se citan las versiones escritas del historiador peruano Jorge Basadre y el chileno Benjamín Vicuña Mackenna sobre la Batalla de Arica, descrita como una de las más sangrientas durante la Guerra del Pacífico.
Es que el ejército peruano, comandado por el coronel Francisco Bolognesi, y las tropas chilenas bajo el mando del coronel Pedro Lagos, se disputaron Arica a muerte.
En el enfrentamiento participó un futuro Presidente argentino, que colaboró con las tropas peruanas; un empresario salitrero y ex alcalde de Iquique; un ex comandante de la Fragata Independencia y sus marinos.
Las fuerzas chilenas estaban compuestas por una tropa que se formó con la Guerra de Arauco, un joven comandante Juan José de San Martín y una joven cantinera que fue testigo de la hazaña.
"Luego de la Batalla del Alto de la Alianza en Tacna, el ejército chileno necesitaba un puerto para abastecerse, porque logísticamente era costoso traer alimentos desde el sur. Entonces Chile había ocupado Antofagasta, Iquique y Tarapacá, pero quedaba una fortificación en Arica, la que se potenciaba con los valles fértiles del Caplina, Lluta y Azapa, así que era conveniente tomarse Arica", explicó Waldo Ríos Bordones, profesor con un Magister en Historia de Chile y ex académico de la Universidad de Tarapacá.
Ante la amenaza que veía venir, los historiadores relatan que Bolognesi confiaba en recibir apoyo desde Arequipa, pero en lugar de ello, se le transmitió la orden de destruir los fuertes de Arica y retirarse al norte. Pero Bolognesi hizo todo lo contrario y, disponiendo de 2 mil 100 hombres y la tripulación del navío blindado Manco Capac, siguió adelante.
Por su parte, Chile tenía dispuestos para la batalla 4 mil soldados comandados por el coronel Pedro Lagos, y que además estaban apoyados por las embarcaciones Cochrane, Magallanes y Covadonga, además del Loa, que solo servía como transporte.
Para repeler el ataque chileno, Bolognesi tenía 250 quintales de dinamita (unos 120 kilos) y ordenó instalar con ellos una red de trampas explosivas.
Además, reforzó los fuertes, donde hoy está el Paseo 21 de Mayo, calle Chacabuco, cercanías del actual Regimiento Rancagua, orillas del Río San José y cerca del actual Cementerio Municipal, entre otros lugares estratégicos donde pretendían defender la plaza Arica, porque esperaba que el ejército chileno avanzara por el norte cerca de la costa.
Pero Pedro Lagos planeó atacar por el sur.
"Los peruanos tenían a dos ingenieros para instalar explosivos, porque en la batalla de Arica se ocuparon elementos que nunca antes se habían usado, y el Morro tenía ese tipo de fortificación, con minas antipersonales que se explotaban utilizando electricidad, por eso en el Morro había motores que generaban electricidad para activar esas bombas. Y bueno en una de esas tantas exploraciones que hizo Chile, los Carabineros de Yungay capturaron a los ingenieros Teodoro Elmore y Pedro Ureta, cuando pretendían inhabilitar el ferrocarril Arica Tacna. Para infortunio de Bolognesi; ellos llevaban los mapas y planos de donde estaban instalados las minas y explosivos en varios fuertes, por lo que la captura de ellos significó una gran ventaja para el estratega Pedro Lagos, porque ya podían planificar por donde llegar al Morro y tomárselo", relató Ríos Bordones.
Para Ignacio Cohaila Flores, narrador y escritor autodidacta e integrante de los Viejos Estandartes del Comandante San Martín, el panorama era prometedor.
"Las tropas chilenas llegaron en el tren Tacna-Arica, rumbo al campamento por lo que hoy es Villa Frontera, luego avanzaron por Cerro Chuño, contestando el duelo de artillería. Luego el Tercero y Cuarto de Línea y el Buin se trasladaron a Azapa, haciendo un campamento en la Hacienda Buena Vista. Después, el día 5, hubo un bombardeo de la armada chilena", contó.
La respuesta de bolognesi
Los historiadores cuentan que el 5 de junio, a las 8 de la mañana las embarcaciones chilenas rompieron fuego y el coronel Pedro Lagos envió a parlamentar al mayor José de la Cruz Salvo, para solicitar la rendición de Bolognesi.
Pero este, después de consultar con sus oficiales, se niega y responde "Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho".
"La idea (del coronel Lagos) era evitar el derramamiento de sangre, pero ante esa frase, el 6 de junio se realiza un segundo bombardeo (desde el mar), pero la batería del Morro, que para esa época tenía los cañones más modernos, dispara averiando a la Covadonga y dañando el barco blindado Cochrane, donde producto de una explosión murieron entre 20 a 30 marinos", relata Ríos Bordones, quien por años se documentó leyendo libros de diferentes autores e historiadores.
El enfrentamiento era inminente y la madrugada del 7 de junio, el coronel Lagos ordenó un ataque con el Regimiento Cuarto de Línea, dejando al Regimiento Buin como reserva, sobre el Fuerte del Este. Mientras, el Regimiento Tercero de Línea atacó el Fuerte Ciudadela (hoy junto a la población del mismo nombre), ambos fuertes del frente sur.
Paralelamente, el Regimiento Segundo de Línea y el Regimiento Lautaro atacaron los Fuertes Santa Rosa, San José y Dos Mayo, en el frente norte.
"Pedro Lagos pensó que la visión del enemigo sería desde el Morro hacia Chacalluta, por eso prendieron fogatas por todos lados, para que pensaran que acampaban por ahí (a la entrada de Lluta), pero el ejército avanzó por el sector donde ahora esta el vertedero, por la parte alta de la ciudad, y avanzaron en la oscuridad de la noche y se tomaron el Morro por el camino San Ignacio de Loyola (ex Camino a Las Pesqueras). En este combate había mucha fuerza peruana que eran solo batallones, o sea muchos civiles que se habían enrolado, porque las fuerzas militares estaban en Tacna y nunca llegaron Arica, a pesar de la solicitud que hizo Bolognesi al sargento Leiva, que estaba en Locumba", comentó Ríos.
Según Cohaila, las tropas peruanas en su mayoría eran civiles. "A pesar de que los batallones peruanos como Artesanos y Granaderos de Tacna que lucharon en Arica no tenían mucha experiencia se defendieron bien. Porque los que sí tenían experiencia eran los batallones de Iquique y Tarapacá", afirmó.
Un marino enjuiciado
Los libros relatan que en cosa de 55 minutos las tropas chilenas obtuvieron el triunfo, donde falleció el coronel Francisco Bolognesi y Juan Guillermo Moore Ruiz, capitán de la fragata Independencia, la que fue derrotada por la Covadonga en la batalla de Punta Gruesa el 21 de mayo de 1879. Debido a esa derrota Moore fue enjuiciado y enviado a luchar en Arica, donde muere como monitor de cañones.
"Este personaje enfrentaba un juicio por la perdida de la Independencia, un barco importante para Perú. Pero participa en el Combate Naval de Arica (27 de febrero 1880) a bordo del monitor peruano Manco Capac, pero finalmente muere en el Morro, con su uniforme de marino junto a otros marinos de la Independencia", relato el ex académico de la UTA.
El tarapaqueño
Otro que también acompañó a Bolognesi fue el tarapaqueño y empresario salitrero Alfonso Ugarte, que a pesar de no ser un militar, decidió liderar una tropa, la que formó con recursos propios. Un batallón integrado por obreros y artesanos de Iquique, por lo que lo llamó Batallón Iquique N-1 conformado por 429 soldados y 36 oficiales.
"A este hombre lo consideran (en Perú) como el símil de Prat. Era salitrero nació en Tarapacá, tenía 33 años, había sido alcalde de Iquique en 1876, tenía poder económico. No tenía ninguna necesidad de participar en la guerra, por eso se dice que lo que hizo fue inaudito, porque participó con su tropa defendiendo Iquique, Pisagua, Tarapacá cuando eran territorio peruano y a pesar de que fueron afectados por la malaria, se quedó en Arica para luchar", reveló Ríos.
Es precisamente este personaje el que divide a muchos amantes de la historia, ya que se dice que se lanzó del Morro junto a su caballo con la bandera de Perú para evitar que cayera en manos chilenas.
"Un chileno historiador, Pascual Ahumada, señaló que se había lanzado, pero posteriormente un historiador peruano, llamado Jorge Basadre, señala que Ugarte había hecho algo notable para Perú, dijo que Ugarte había saltado al vacío de la historia por su personalidad, por lo que hizo por Perú, pero no está hablando que se haya lanzado del Morro, sino que hizo un salto al vacío de la historia peruana y ahí surge el mito", comentó, pero explicó que se respetan las dos versiones.
En este punto, Ignacio Cohaila, de los Viejos Estandartes del Comandante San Martín, señaló que todas las versiones son contadas.
"Nosotros difundimos la historia en los colegios, y además tenemos buenas relaciones con Perú, por eso cada año vamos a Lima", relató.
El presidente
Otro personaje que también fue clave para las tropas peruanas que lucharon en Arica, fue el militar argentino Roque Sáenz Peña, un ex diputado que por rencillas políticas dejó su país y se fue a Perú, donde fue comandante de un batallón y luchó en Arica, donde fue herido en el Morro. Después regresó a Argentina, donde fue recibido con honores y con los años, en 1910 se convirtió en Presidente de Argentina.
"Él después describe que vio el cuerpo de Bolognesi y de Alfonso Ugarte, que habría sido encontrado en las faldas del Morro, y que su madre vino a buscar en 1890, llevándolo a Arequipa y después a Lima, a una cripta de héroes", relató Ríos.
La cantinera
Un dato curioso que se publicó en diarios locales de 1989, relata que la última testigo ocular de esta guerra falleció en el Hospital de Arica. Se trataría de la cantinera Filomena Valenzuela Goyenechea, quien participó acompañando al Regimiento Atacama, cuyos infantes la querían por su valor, pero con el pasar de los años falleció en Arica a los 60 años, pidiendo a su hermana como último deseo, un saludo cada 8 de junio para el Cuarto de Línea.
Su hermana cumplió este deseo hasta sus últimos días, por eso cada 8 de junio llegaba al Regimiento Rancagua una carta, una de las cuales fue publicada por el diario la Gaceta el 8 de junio de 1940, a petición del destinatario.