Don Manuel: El reciclador más antiguo de Arica
Con más de cuatro décadas de oficio, nos cuenta sus vivencias y proyecciones. Afirma que la ciudad no está preparada aún para saber qué hacer con lo que recicla.
Redacción - La Estrella
Cada mañana, desde hace más de 40 años, su rutina es la misma. Con su señora recorre los cerros de la ciudad buscando lo que el resto de las personas han botado: Lo que para la ciudad es basura, para él es un recurso.
Don Manuel Peña es un reciclador de base, uno de los más antiguos de Arica. Enmarcado en la conmemoración del Día del Reciclador Base -recientemente celebrado- en una visita a su hogar, nos cuenta orgulloso su día a día, lo que ha hecho, lo bueno y lo malo de su trabajo, las rabias que pasa, las alegrías que le ha traído su experiencia en el rubro y sobre todo, las metas alcanzadas con mucho sacrificio.
"No me puedo quejar, me gusta lo que hago, soy al que mejor le compran el cartón reciclado. Hoy tengo un lugarcito en el valle de Lluta donde puedo acopiar las toneladas de material que voy juntando, si hasta mi camioncito ya tengo"; cuenta con una gran sonrisa en su rostro, mientras aprieta fuertemente la mano de su amada esposa, María Mamani "¿Cierto negra que nos ha ido bien?, le pregunta, a lo que ella responde con una cómplice sonrisa "Si, papá, nos ha ido bien".
Familia numerosa
Con 8 hijos y 24 nietos como descendencia, sus objetivos están más claros que nunca: En lo personal, ayudar a su señora en una enfermedad que de a poco la ha ido imposibilitando de salir a recolectar residuos para el reciclaje; por sus nietos e hijos menores, está decidido a entregarles la oportunidad de ser profesionales, algunos ya están cursando o terminando sus carreras, para poder traspasar este oficio en las generaciones "mi idea es que mis nietos no salgan a recoger cartones ni a escarbar la basuras, pero si como profesionales puedan asesorar y saber cómo hacer negocios, a quien venderles el material y sí poder todos ganar más dinero", enfatiza.
"El escarbar la tierra, déjenmelo a mí, subir al cerro para mi es una terapia… me olvido de los problemas, me entusiasma tanto no saber que me voy a encontrar, que las horas se me pasan volando, ya no me doy ni cuenta y es de noche… Me gusta este trabajo, me da libertad, independencia, me mantiene ágil, me mantiene en actividad física todo el día y me hace sentir muy bien", comenta.
Como cartonero, ha sido un impulsor de este oficio y sueña con que sus colegas se unan y puedan trabajar organizadamente, con el apoyo de políticas medioambientales para que los apoyen, con el manejo de residuos o capacitaciones que les permitan proyectar su trabajo. "La ciudad no está preparada para saber qué hacer con lo que reciclan y con los materiales acopiados, existen falencias en el proceso", reflexiona.