Si el río suena, hay que preocuparse Las grandes emergencias que han marcado los veranos de Arica y Parinacota
La bajada de los ríos han sido parte de la historia de la región, repitiéndose eventos de gran magnitud en distintas épocas, como en 1973 o en 2001. La Dirección de Aguas advierte que hay que estar preparados para un drástico cambio del clima.
El aislamiento de 243 trabajadores del embalse Chironta en la ruta A-15, sector de Sora, debido a la crecida del río Lluta, en el que se midieron 70 metros cúbicos por segundo, fue uno de los primeros hechos que anunciaron el nivel de fuerza con el que las lluvias estivales vendrían este verano. Pronto la alerta roja fue anunciada, los caminos se cortaron y aumentaron las consecuencias de un fenómeno al que ya estábamos acostumbrados que llegara cada año sin mayores efectos.
Cristian Sáez, director regional de Aguas de Arica y Parinacota y Juan Domingo Aguirre, jefe de la unidad de Hidrología del mismo servicio, recordaron otros hechos que marcaron a la región, como cuando "en el 2001 se registró una masa de unos 600 metros cúbicos por segundo y es la crecida histórica más grande del Lluta. Otra grande también fue la del 2012 del río San José, cuando en Saucache se marcó 90 metros cúbicos por segundo. Lo de ahora ronda por los 60 metros cúbicos, más o menos, pero tampoco nos da para estar tranquilos", dijeron.
Una de aquellas fechas para el recuerdo fue el inicio de febrero de 1973. El diario La Defensa registró entonces en sus páginas el desborde del río Chiza, en el Departamento de Pisagua. El control de Cuya y la Carretera Panamericana fueron afectadas por la crecida de hasta 5 metros del caudal. El camino fue cortado y el pavimento destruido. Vialidad durante la madrugada realizó trabajos para recuperar la conexión de la vía, siendo entorpecidos por el aumento intermitente de las aguas. La fila de vehículos fue aumentando y la empresa Chile Bus anunció la cancelación de viajes hasta nuevo aviso.
El 3 de febrero, el mismo diario publicó el corte de la ruta a Bolivia, mientras que en Cuya, los trabajos permitieron el cruce de vehículos tras 17 horas de espera, aunque los conductores debieron ir con precaución por un tramo de 20 kilómetros.
Durante la madrugada, el río San José sonó de forma estruendosa, moviendo grandes rocas, sin embargo la Junta de Adelanto había realizado trabajos preventivos, mientras otro caudal de agua bajó por la quebrada de Acha.
Ese mismo año, las temperaturas de febrero llegaron, según La Defensa, a los 32 grados a la sombra. "Varios centenares de ariqueños invadieron anoche La Lisera y alrededor de unos 300 bañistas se refrescaron en la poza hasta pasadas las 24 horas" indicó el hoy desaparecido medio.
En tanto, cinco familias damnificadas por la bajada del San José recibieron ayuda por medio de mediaguas de 18 metros cuadrados, aunque el diario señaló que entre los afectados se encontraba una familia de 11 hijos, quienes se las tuvieron que arreglar para vivir en la pequeña estructura.
El 8 de febrero, tras 15 días de interrupción, el camino por el puente de acero de la quebrada de Chusmiza volvió a funcionar. En el kilometro 45 del Valle de Lluta se observaron terraplenes erosionados y la ruta entre Zapahuira y Putre fue la zona más afectada, donde hicieron pasos de emergencia. El Gobernador del departamento, Sergio Roubillard y el director Zonal de Agricultura, Nolberto García, manejaban la propuesta de trasladar a las familias de Livilcar, debido a los riesgos de las cada vez más fuertes crecidas del río, indicando que "deberán convencerse ellos mismos que es la única solución adecuada antes de entrar a luchar permanentemente contra la naturaleza".
Eduardo Hoyos, ex arquitecto de la Junta de Adelanto, recuerda lo que fue ver al San José desbordándose desde cerca. "El agua pasaba por el lecho, pero por los puentes pasaba por arriba, no causó tanto daño hasta que llegó a la Universidad, donde era el remate del río. En ese tiempo tenía la particularidad que la construcción estaba separada de la tierra, de forma levantada por así decirlo. Todo eso se llenó de agua y barro. La universidad mantenía muchos archivos y se perdió todo", contó.
La caída de los puentes
Francisco Manríquez era parte del equipo del diario El Mercurio en Arica, como reportero gráfico, cuando en 2001 la bajada del Lluta, generó una de las emergencias más grandes de los últimos años.
Él recordó que "era muy joven y no llevaba ni tres días en El Mercurio como corresponsal cuando me tocó esta mega emergencia. Fue lejos la más grande de mi vida, junto a la de ahora. En ese tiempo estaba la señora Vivian Pampaloni como directora de emergencias de la Municipalidad, la llamé por teléfono el 16 de febrero y me dice como a las 6 de la mañana que se cayeron cinco puentes, tuvimos que actuar y salir al río Lluta. Lo que más recuerdo es que solo quedó el puente ferroviario de Arica a La Paz y en ese puente, el ruido de las piedras y el caudal era tan fuerte que aun gritando no te podías comunicar", contó el profesional, quien estuvo 15 días cubriendo la emergencia en el valle, incluyendo el rescate de unos jinetes en Poconchile por medio de un helicóptero de la Fuerza Aérea.
Ojo al cambio de clima
El director regional de Aguas, llamó la atención sobre las características de la presente emergencia, distintas de otras, según dijo. "Lo que nos llama la atención, especialmente, de este invierno altiplánico, es que es un poco distinto a los otros, porque las lluvias que se generan en el Amazonas han logrado pasar la cordillera, la precordillera y llegaron casi a los valles. Eso es único, sin antecedentes anteriores y produce precipitaciones bajo los 1500 metros. Por eso se producen los efectos aluviales, lo que permitió la bajada de agua en Las Llosyas, que no ocurría en 40 años. También pasó lo de Acha. Si te das cuenta aquí hubo rayos y tiene que ver con lo mismo, son cosas que están pasando que son "atípicas" que incluso la Dirección General de Meteorología está aprendiendo de estos comportamientos. Hace unos días hubo una crecida que dejó sin operación dos estaciones nuestras, fue tanta la cantidad de agua que bajó de una por el lado de Ticnamar que ya no podemos medir flujos ahí. Debemos reforzar nuestra red de monitoreo y fortalecer el resto que tenemos, porque lamentablemente todo indica que el clima está cambiando y esto viene llegando como para quedarse, nada nos dice que el próximo año no vuelva a bajar el Acha, es probable que ocurran eventos particulares no cada 40 años", concluyó.