Argentina: una mujer desafía statu quo del fútbol femenino
La futbolista ha demandado a su club y a la Asociación del Fútbol Argentino para obtener el estatus de profesional.
Casi 90 años después de que el fútbol masculino se hizo profesional en Argentina, las futbolistas argentinas siguen jugando como amateur: sin pago o con poca remuneración. Macarena Sánchez quiere cambiar esta situación. La futbolista, de 27 años, ha demandado a su club y a la Asociación del Fútbol Argentino para llegar a tener el estatus profesional. El caso podría establecer un precedente en el país de Lionel Messi y algunos de los mejores jugadores de todo el mundo, pero donde el fútbol sigue siendo visto mayormente como un juego de hombres.
"Quiero ser reconocida como jugadora profesional. Quiero que se me tome como una trabajadora del deporte y que eso abra las puertas para que otras chicas también puedan disfrutar del beneficio que es trabajar de lo que nos gusta: ser jugadores de fútbol, de lo que amamos", dijo.
Sánchez comenzó a jugar fútbol a los cinco años, al ver a su padre jugar con sus amigos durante los fines de semana en la provincia de Santa Fe, donde nacieron Messi, Gabriel Batistuta y Jorge Valdano. Animada por su padre, refinó sus habilidades en un club local. Durante un partido amistoso en Buenos Aires en el 2012, el técnico del UAI Urquiza la invitó a sumarse a su equipo, considerado uno de los mejores de Sudamérica.
"(En) ese torneo salimos campeones por primera vez en la historia del club", dijo. "Y repetimos el campeonato otras tres veces más". Sánchez también compitió en tres ediciones de la Copa Libertadores, el máximo torneo femenino en Sudamérica. Pero el 5 de enero recibió una llamada de su técnico, algo que no esperaba. Sánchez dijo que él la despidió debido a una "decisión relacionada al fútbol", pero no le dio más detalles. Durante años, Sánchez había recibidos pequeños estipendios y realizado un trabajo administrativo en el club. La noticia de que iban a prescindir de sus servicios ocurrió a media temporada, así que no logró irse a otro club. Tras consultar con su hermana, quien es abogada, decidió presentar una querella para pedir una compensación y la profesionalización del fútbol femenino. "No es fácil ser la primera mujer que le inicia una acción legal a la Asociación del Fútbol Argentino", dijo Sánchez. "Es una mochila bastante grande que me tenía que poner. Sabía que iba a tener mucha repercusión. Sabía que me iba a encontrar con mucha gente que por ahí no me apoyaba. Pero bueno, en la balanza gano más el objetivo colectivo. Y gano más el querer ver en un futuro que muchas chicas puedan disfrutar de ser trabajadoras... Sueño con eso".
Directivos del UAI Urquiza rehusaron comentar sobre el tema y el jefe interino de la comisión de fútbol femenino de la federación argentina no estaba disponible para comentar.
Sin embargo, Sánchez ha recibido bastante apoyo de la FIFPro, la organización internacional que representa a jugadores profesionales de todo el mundo.
"Macarena es parte de una generación de destacadas jugadoras en Sudamérica que están hartas de recibir un tratamiento indigno", dijo la FIFPro a la AP en un comunicado. "Es inaceptable que los clubes de fútbol y federaciones nacionales de fútbol en Sudamérica y otros lugares traten a las jugadoras como ciudadanos de segunda clase, bajo condiciones bastante inferiores a sus pares masculinos". La selección nacional femenina de Argentina hace poco clasificó para el Mundial por primera vez en 12 años. Es poco probable que Sánchez vaya a ser incluida al equipo, que va rumbo a Francia, y la acción legal no involucra a la selección nacional. Pero incluso las jugadoras de la selección han tenido problemas financieros. En 2017, se fueron a la huelga luego de que no les pagaran sus estipendios, de unos 10 dólares. También carecen de lugares adecuados para cambiarse de ropa, por un tiempo entrenaron en una cancha de tierra y muchas veces se ven obligadas a viajar largas distancias para jugar un partido y regresar el mismo día para ahorrar dinero en hotel. Las jugadoras también se enojaron cuando Adidas, marca que patrocina a unos cuantos jugadores de las selecciones nacionales de ambos géneros, develó las camisetas de la Copa América del año pasado con modelos en vez de jugadoras.
Y mientras la liga argentina masculina atrae miles de hinchas y gana millones de dólares, una jugadora de uno de los mejores clubes se ve obligada a dividirse en dos para jugar fútbol y trabajar para sobrevivir.