Sueños y recuerdos de mujeres: Cuando la calle es el único hogar
Según el Ministerio de Desarrollo Social, actualmente existen en Arica 114 de ellas en esta condición, las que en su mayoría presentan problemas psiquiátricos o de consumo de alcohol y drogas.
Elsie asegura que es médico cirujano. Dice que hace poco sanó a una amiga de dos cánceres oculares y que junto a sus hijos y un nieto está representando a Chile en la carrera por un Nobel. "Esperamos este año los resultados, porque se demoran", agrega.
En medio del relato menciona que vive cerca de un hotel en Chinchorro, donde tiene su ruco. Ahí hace poco, llegaron "unos pesaditos" cuenta, que le mataron a Blanca, su perra, y que por eso los demandó. "Igual tengo otro, el Máximo que me lo regalaron unos devotos Hare Krishna". Así, entre fantasía y lucidez, Elsie pasa sus días como una de las mujeres en situación de calle que existen en la región.
Según cifras del Ministerio de Desarrollo Social, de las 526 personas en esta condición que están registradas en Arica y Parinacota, 114 son mujeres. De este total, un 36.8% tiene entre 0 y 17 años y 35,2% entre 18 y 29, las edades con mayor concentración en esta zona del país.
Como comentó Mario Véliz, coordinador de los Programas Calle de la municipalidad, la mayoría presenta algún tipo de problema de salud mental y/o con el consumo de alcohol y drogas, la mayoría, pasta base. Muchas, además, sin vinculación con la familia y algunas madres con abandono de los hijos.
"Hemos tenido usuarias con consumo problemático y problemas de salud mental que hemos conseguido adherir a los distintos Equipos de Siquiatría y Salud Mental Ambulatorio (Essma). Trabajamos con población bien refractaria, pero sí hay usuarios que han logrado salir adelante y aquí la familia es fundamental. Rescatar esta red es súper importante para poder tener un buen diagnóstico", comentó Véliz.
El nuevo integrante
Scarleth es pareja de Carlos Cornejo, un hombre que le dobla la edad, pero que es su compañero en la calle. Juntos encontraron en el ex campamento Coraceros un lugar donde vivir. Ahí, sin baño ni cocina, apelan a la voluntad de los locatarios del Agro para conseguir algunas frutas o verduras y el agua para tomar. Scarleth tiene seis meses de embarazo y Carlos, sin trabajo estable más que uno que otro "pololito" se encarga de cuidarla y acompañarla a sus controles médicos.
"Es difícil la vida así. Ella tuvo problemas con su familia por una herencia que le dejaron, pero no le quisieron entregar su parte y la echaron de la casa. Hemos viajado por hartos lados, mochileando, pero ahora que está gordita tenemos que preocuparnos de la guagüita", dice el hombre.
Scarleth es impulsiva. Carlos dice que a veces se pone violenta, que él debe controlarla, porque no se medica. Tampoco lo deja trabajar. "Ella quiere que yo esté siempre al lado, pero tengo que ganarme unos pesos. Sueño con tener una casa para los tres y dejar la calle".
La pareja tiene algunos días de la semana con alimentación cubierta gracias a la existencia de diversos comedores, en los que voluntarios de buen corazón entregan una ración de comida. El lunes, por ejemplo, acuden hasta la capilla Peregrinos de Emaús. Esta semana el menú fue una sopa, una taza de té y pollo con arroz. "Esta es la comida que tenemos en el día", acota Carlos. Aún así, el bebé de Scarleth crece sin complicaciones, según la última ecografía.
"Este grupo funciona desde hace 15 años. Partimos entregando sandwichs y café en las calles, pero al tiempo notamos que era poco y empezamos a cocinar en diferentes casas y parroquias. En este periodo viene harta gente, porque muchos comedores paran en verano, pero nosotros no, porque sabemos que la gente no tiene", comentó uno de los voluntarios.
Cada lunes un Padre Nuestro y un Ave María marcan el inicio de la cena. De unos 80 necesitados, solo seis son mujeres.
"Las personas en situación de calle han ido aumentando progresivamente cada vez. El primer catastro que se hizo hace un par de años, registró 391 personas, luego 480 y hoy vamos en más de 500. Hay varios factores que inciden en el aumento y en ese sentido, queremos invitar a la academia a que nos apoye con los estudios para ver precisamente, por qué se da este fenómeno", comenta el coordinador de la municipalidad.
La vía de escape
El programa Calle aborda el problema de la exclusión y vulnerabilidad que sufren las personas en situación de calle, buscando contribuir a que éstas mejoren sus condiciones de vida y/o superen dicha situación a través del despliegue de alternativas de seguridad y protección, el desarrollo de sus capacidades y el aumento de recursos psicosociales y sociolaborales, mediante un convenio entre el Ministerio de Desarrollo Social y la municipalidad.
Mario Véliz comenta que el programa tiene una duración de dos años y que actualmente se ejecuta el arrastre del año 2017 con 80 usuarios, más 70 correspondientes a la vacante 2018.
Entre los dos años, solo unas 14 mujeres participan de la iniciativa.
Evelyn (38) es una de ellas. Actualmente está en el Programa Terapéutico Residencial Padre Hurtado, en Cerro Sombrero. Es la quinta vez que ingresa y esta vez, a diferencia de otras, está decidida a comenzar con una vida nueva.
"Me fui de la casa bastante pequeña y el trasfondo de todas mis adicciones viene de niña, del abuso desde los seis años, del maltrato y del abandono. Tuve una vida complicada e inicié lo mismo con mis cuatro hijos", cuenta.
La mujer recuerda que llegó a la calle en busca de la familia que no tenía, necesitando el apoyo y la contención que en su hogar le negaron. "Pero con el tiempo me di cuenta que no era así, sino que era una red negativa para mí, entonces tuve que cortar la cadena y lo hice. Ahora llevo cuatro meses internada desde mi última recaída, porque cuesta pararse. Si alguien no consume cuesta entenderlo, porque hay cosas que faltan y esa es una vía de escape rápida".
Evelyn dice que quiere sanar su vida y no maltratarse más, quiere ser feliz de una vez por todas. "Mi sueño es irme a las minas a trabajar como manipuladora de alimentos, que es lo que estudié, y partir por recuperar a la menor de mis hijas.
Yo decidí cambiar mi vida, moldearme de nuevo, un paso que es lento y triste, porque hay que cambiarlo todo".
De sus días en la calle recuerda las humillaciones y los malos tratos que vivió por el vicio. "No critico a quienes se acuestan por eso, porque una llega a extremos y pasa a vivir por la droga. Mis penas las tapaba con eso. En la calle igual habían cabras abusadas, violentadas y otras que sabían desenvolverse mejor".
Una vida nueva
María (44), dejó la calle hace un año. Ahora es una mujer nueva, dedicada a cuidar ancianos y a punto de casarse con un hombre que también conoció en la calle. "Me metí al alcohol, viajé harto, anduve pa' arriba y pa' abajo, pero también me pasaron hartas desgracias. Una vez me agarraron a puñaladas en las piernas, los brazos y en la cara. Pero son riesgos que se corrían estando en la calle", cuenta.
Dice que una se acostumbra a pasar hambre y que en Arica, a diferencia de otras ciudades, hay harta caridad para quienes no tienen nada.
"Estuve dos años en la calle, tuve varios problemas que me llevaron a eso, a mí me gustaba el leseo y tengo recuerdos buenos y malos. De los buenos es que uno valora la amistad o un plato de comida porque cuesta".
Ilusionada con su pronta boda, dice que sigue tomando, pero poco, no como antes. "Él (su novio) me controla. Es hora de casarnos ya", finaliza.