El ex dentista que reabrió el caso de "Jack, el destripador"
El visitante extranjero (Suma de letras) es la primera novela de Julio Rojas, guionista de "La vida de los peces" y "La memoria del agua". En esta ficción, el ex dentista revive al célebre asesino inglés.
Si bien Julio Rojas había hecho guiones, nunca antes escribió una novela. El visitante extranjero, que junta a Jack el destripador con los paisajes de Valparaíso, es la primera obra de este tipo de este dentista que estudió en la Universidad de Chile donde, afirma, vio una relación que entre esa profesión y los asesinos en el siglo pasado.
"La propia Facultad de Odontología se fundó después de que Valenzuela Basterrica, un dentista, esclareciera el famoso Crimen de Becker. Yo quería escribir un thriller, jugar con los elementos de una investigación, con los nuevos descubrimientos forenses para resolver científicamente un crimen. Antes del ADN, la única manera de esclarecer un asesinato era a través de los dientes. La novela científica y el thriller, son los géneros que más respeto y admiro", subraya Julio Rojas.
Situó su novela en Valparaíso. Rojas tiene familiares en el cerro San Juan de Dios. Pasó allí navidades y veraneos y primeros amores y siempre le llamó la atención esa vibración de puerto cosmopolita.
"Valparaíso es una especie de destino mítico. Quería contar sobre ese Valparaíso que recibía a los visitantes extranjeros, después de sobrevivir al estrecho de Magallanes, cuando era la ruta natural de entrada a América. Quería retratar a los visitantes que traían los adelantos técnicos y científicos, las ideas y el estado de los tiempos. Con lo bueno y lo malo", señala.
El visitante extranjero es la historia de amor, de obsesión y suspenso de un hombre, Nolasco Black, que parece no estar de acuerdo con su tiempo. La obra se ambienta en 1889, un año vertiginoso. "En ese año se conjugaba el proyecto del siglo XX", según Rojas. "En París se inauguraba la gran Feria Mundial, donde se celebraba realmente la llegada del futuro y el futuro era la emergencia del vapor, de la electricidad y la ciencia. Todo parecía redefinirse. Era la victoria de lo civilizado por sobre lo "salvaje" y bajo esa etiqueta, existía un profundo discurso racista. Por un lado la ciencia parecía remodelar el mundo y por otro lado aparecían sombras y oscuridades", advierte el autor.
Jack, el destripador
El asesino fue rescatado por Julio Rojas como un caso abierto, nunca fue resuelto y que resultó ser una caja de resonancia para todos los miedos de la época. "Jack podía ser cualquiera y eso lo acerca más a un concepto terrible que a un ser de carne y hueso", dice. A su juicio, Jack inaugura el interés popular por el actual asesino serial. Lo pone a nivel de figura pop. "Y también incomoda porque pareciera que sus móviles son el mal en sí mismo, sin razón, un mal en estado puro: mataba porque podía hacerlo. Es también el primer femicida a escala popular. Lo conecto con el turista sexual, aprovechando lo exótico de un lugar demasiado lejano. Su móvil era comprender el cuerpo a toda costa. Jack, y eso es lo horroroso, se apropia del cuerpo de una mujer desde la asimetría de ser un inglés, blanco, con poder y civilizado. En menor escala, de eso se trata la actual discusión del abuso: asimetría y poder.
Rojas estudió Odontología, pero siempre le gustó escribir. Fue influenciado por un dentista carismático que le mostró esa extraña combinación entre arte y ciencia. De arte en lo minúsculo, de rigurosidad y método.
"Siempre me ha gustado trabajar con objetos: manipular, pulir, tallar, y eso hasta ahora, que ya no ejerzo", dice. Hoy hace trabajos muy aficionados de joyería o pule piedras o trabajo sobre madera o cuarzo. "Durante mi carrera andaba más preocupado de los libros que de estudiar y repetí algunos ramos, lo que me dio el tiempo para tomar cursos que eran opcionales, leer y escribir. Creo que fue una buena combinación", señala.
-¿Cuéntenos del lado forense de la odontología?
-Un diente, una pieza dentaria en boca, es el único órgano duro que está en presencia del medio externo. Por eso lo que pase en vida puede ser "leído" en el cadáver. Con una pieza dentaria se puede calcular la edad, el género, algunas enfermedades sistémicas, la masa muscular, ciertos hábitos.