El anuncio se masificó durante los años '80 causando gran impacto en la comunidad internacional, pero especialmente en nuestro país. La detección del agujero en la capa de ozono justamente hacia el sur de Chile, asomaba como una nueva amenaza a nuestro planeta. Y es que el ozono, ese gas incoloro que rodea al planeta, cumple una función literalmente vital para la vida en la Tierra.

Se encarga de filtrar los rayos más dañinos para las formas de vida del planeta, que emanan desde el sol, particularmente los componentes ultravioleta-B de la misma luz que también hace posible que nuestro planeta esté vivo.

Es por eso que cuando en 1985 se dio a conocer lo que estaba ocurriendo con este escudo natural del planeta, la inquietud fue generalizada.

Sin embargo, con el correr del tiempo, con la toma de conciencia respecto de este escenario y con las acciones difundidas para evitar que el agujero en la capa de ozono continuara expandiéndose, hace un par de años recién comenzaron a verse algunos resultados.

Una de las acciones para relevar esta urgencia mundial, es que la Organización de Naciones Unidas estableció el 16 de septiembre como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, fecha que se conmemoró de manera silenciosa, y en nuestro país, prácticamente inadvertida en medio de los festejos patrios.

Sin embargo, por más inadvertido que pueda haber pasado esta fecha, no se pueden perder de vista las palabras del secretario general de la ONU António Guterres, quien declara que "a lo largo de más de tres decenios, el Protocolo de Montreal ha hecho mucho más que reducir el agujero de la capa de ozono, también nos ha demostrado cómo la gobernanza ambiental puede dar respuesta a la ciencia y cómo los países pueden hacer frente juntos a una vulnerabilidad compartida".

Hasta en la medida que sea posible, en un mundo dividido y sin capacidad de grandes acuerdos, el ser humano debe seguir luchando por revertir el proceso que se inició el siglo pasado, y mediante el cual nuestro escudo, la capa de ozono, ha ido desapareciendo lentamente.

El fallo de la Corte Internacional será leído en la Haya dentro de una semana y quien conoce los procedimientos de ese Tribunal sabe que ya acordado y redactado. Nada de lo que se diga a estas alturas cambiará la decisión. Todo el debate se concentra ahora en nuestra posterior reacción.

Todo indica que el pronunciamiento no significará una pérdida territorial para Chile. Como dijo el fallo preliminar de hace tres años, Bolivia no pidió modificar el Tratado de 1904, sino sólo que se declare que Chile tiene obligación de negociar con Bolivia una salida soberana al mar. Cualquier decisión que adopte el Tribunal no incluye pronunciarse sobre el resultado de una negociación.

Se ha formado un consenso en torno a la posición anunciada por el Presidente: respeto hacia un fallo fundado en el derecho internacional; pleno resguardo de la soberanía territorial de Chile y disposición a dialogar con Bolivia, previo cambio en la conducta que el Presidente de Bolivia ha mantenido en nuestra contra.

No obstante algunos han planteado posiciones que incluyen el rechazo a priori del fallo, la denuncia del Pacto de Bogotá y la revisión de la política de estado que Chile sigue desde el retorno a la democracia. El otro Senador de esta región se ha hecho parte de esa actitud, escribiendo en estas páginas una nota crítica, que da por sentada una derrota, una pérdida de territorio y otras propuestas negativas. Peor aún, incluye una poco velada acusación al gobierno de Michelle Bachelet de haber creado la situación que llevó a Bolivia su demanda.

Esas afirmaciones son falsas. Los dos gobiernos de Bachelet y los dos de Piñera, han tratado el tema con plena adhesión a una Política de Estado. Nadie hasta ahora ha afirmado lo contrario. Todos hemos actuado en defensa de la soberanía y lo peor que podemos hacer a nuestro futuro es agredirnos de esta manera. No incurramos en conductas y declaraciones que lejos de unirnos, sólo ayudan a nuestros adversarios.