El triste presente del río Lluta
Un nuevo y triste récord se anota Arica en relación con el cuidado de nuestro entorno. El Segundo muestreo nacional de la basura en los ríos, realizado por el programa Científicos de la Basura de la Universidad Católica del Norte (UCN), dejó en evidencia que la ribera del río Lluta se encuentra entre las más contaminadas del país.
La investigación dividió los ríos del país en zonas geográficas, siendo el río Lluta el segundo más afectado de la zona norte, después del río Loa, en la región de Antofagasta. Esto, cuando se analizan los residuos plásticos que se hayan en la ribera. De hecho, si se toma en cuenta la revisión de todos los ríos que fueron estudiados en el país, el cauce ariqueño es sólo superado por el mismo Loa y el río Elqui, en la región de Coquimbo.
A simple vista se trata de un hecho grave, una realidad triste que preocupa y desalienta. Lo primero, se debe a que los ríos y el agua en un desierto como el nuestro, deberían ser objeto de máxima consideración y respeto.
De hecho, las antiguas culturas que estuvieron siglos antes que nosotros en esta zona, incluso lo veneraban, otorgándole características de divinidad, debido al lógico y natural significado que el agua tiene para el ser humano, para la vida, para las siembras, en general, para la subsistencia.
Sin embargo, en nuestra moderna concepción del mundo y del ambiente, ese respeto y consideración se han perdido. El Humedal del mismo Lluta, que es un Monumento Nacional como Santuario de la Naturaleza, es objeto de los más diversos actos de desprecio y descuido, que se relacionan también con la contaminación y la intervención humana.
En una tierra como la nuestra, en la que desde pawas y carnavales nos recuerdan sus raíces y costumbres, es simplemente inconcebible que aquello que forma parte de la cosmovisión de pueblos y culturas sea simplemente pisoteado por la desidia y la falta de respeto por el medio ambiente.
De nada servirá que cuanta autoridad busque sancionar estos hechos, la suciedad y la incultura, mientras no exista una verdadera convicción y un real compromiso con nuestra tierra y nuestros ríos.