"A hard day's night": Los Beatles frente al espejo
A 53 años de su debut, el 2 de abril se reestrena en salas chilenas la película que definió la estética de la banda de Liverpool y abrió nuevas puertas para el cine pop. Una humorada incombustible.
El gran enemigo de "A hard day's night" es el tiempo. No porque haya envejecido mal -no hay dudas de que el ejercicio de docuficción de Richard Lester sigue funcionando a la perfección- sino porque Los Beatles y compañía establecieron cánones que a estas alturas están demasiado instalados en el imaginario pop.
Dejemos de lado las canciones (esa inagotable fuente de ideas que da para múltiples conversaciones) y pensemos en esas imágenes aceleradas, fragmentadas y montadas a un ritmo frenético que, con dos décadas de premura, se adelantaron a MTV. O concentrémonos en ese espíritu lúdico sin concesiones que de alguna forma inspiró los falsos documentales escritos por Christopher Guest ("Esto es Spinal Tap") o incluso "The Rutles", comedia paródica que se mofa justamente de la película de Los Beatles.
En términos narrativos, Lester también buscó la libertad a través de una sucesión de viñetas humorísticas intercaladas con canciones como "A hard day's night", "She loves you", "And I love her". El collage es anárquico, frenético, icónico, distinto a lo que se hacía en esos años en los que el rock and roll comenzaba a ser una industria. Completamente opuesto al convencionalismo de los largometrajes argumentales de Elvis.
En un blanco y negro que tiene tanto del Free Cinema británico como de la estética de los reportajes de la época, saltamos de un momento iniciático -los "cuatro de Liverpool" arrancando de fans histéricas- a un tren que se convierte en escenario de una pequeña comedia absurda de enredos. Los protagonistas son John, Ringo, George, Paul y el abuelo de éste, personaje humorístico que funcionará como catalizador de las dinámicas del filme. Posteriormente, la banda continuará provocando líos en una fiesta lujosa y en un canal de televisión, donde el director será un antagonista pasajero.
Lo interesante del argumento es que Lester estaba apostando por la autoficción en tiempos en que el recurso era insospechado. Los Beatles interpretan a Los Beatles, y el guión -firmado por Alun Owen- juega con sus personalidades. Paul, guardián de su abuelo, está encadenado a una vieja tradición británica (los guiños musicales a otras épocas son aportes suyos); John es burlesco y parece encarnar la naciente rebeldía juvenil; George es sereno y secundario; mientras que Ringo concentra el humor. Lester le reserva una larga secuencia en la que se mete en problemas con la policía y, sin querer, tira a una chica al fondo de un pozo ciego. Ringo se transforma en el Chaplin del rock and roll.