El estallido chino ya comenzó
Explotó China. Se han demorado más de 100 años en hacer lo que hoy asombra al mundo. Buscan, analizan, estudian, se convencen, se meten la mano al bolsillo y consiguen lo que parecía imposible.
Han revolucionado el mundo del fútbol, sin haber pateado un balón.
Tienen asustado al fútbol inglés. No porque vayan a ganar en la cancha, sino porque temen que los grandes jugadores que allí juegan, emigren a Oriente.
Hace unos meses, tras su nuevo contrato televisivo, eran los clubes ingleses los que tenían atemorizado a Europa. Hoy es China. El contrato del argentino Carlos Tévez, que a sus 33 años recibirá 40 millones de dólares anuales, es algo que nadie hubiera imaginado.
Queda entonces preguntarse qué ha pasado para que esas cifras se inserten desde tierras chinas.
Cuando en enero de 2016 cerraron el mes con las mayores transferencias del invierno europeo, todos se preguntaron hacia dónde iba la liga. Hoy está clara la voracidad de los chinos; buscan jugadores vigentes (y no a un paso del retiro, como en la mayoría de los países árabes) a los que dirigirán entrenadores vigentes y con gran recorrido en Europa, como Marcello Lippi, Luis Felipe "Felipao" Scolari y Manuel Pellegrini.
Aunque parezca muy extraño, todos los indicios de esta "revolución" apuntan a Zhongnanhai, la sede del gobierno chino y donde también tiene su sede central el Partido Comunista Chino. Los informes señalan que, desde allí, analizaron con preocupación que, a pesar de su poder económico, su presencia en medios internacionales era muy limitada.
Entonces "descubrieron" lo que el mundo ya conocía hacía muchísimo: que el fútbol es la mejor herramienta de difusión en esta aldea global. Como van las cosas, será impensado idear los juegos electrónicos, como FIFA, sin incluir a la Liga China. Y así darán a conocer a sus equipos; magníficos estadios; ciudades, jugadores y gente.
Es seguramente lo que buscaba el gobierno de Xi Jinping, pero se les ha escapado de las manos. Los 185 millones de euros que invirtió el grupo Alibaba en el club Guangzhou Evergande, fue un gran golpe. Que a fin de temporada perdiera 80 millones de euros, pasó a ser un llamado de atención.
El secretismo del gigante asiático impide saber si es un dato real que se destinaran 800 mil millones de dólares para el fútbol, desde el gobierno central.
La preocupación viene, pues, de los dueños de los clubes, que han empezado a adquirir pases de jugadores esperando que ese activo no se deprecie y, por el contrario, se incremente con una segunda venta, regresando de esta manera a Europa. Pero eso es prácticamente imposible: la gran mayoría de aquellos que van a China, lo hacen motivados por el dinero.
Entonces, el único gran retorno a este inmenso capital, será la promoción del país y la entretención a los miles de millones de chinos, pues, sin duda, la Liga será apasionante.
Pero retorno financiero, difícilmente habrá. Aparentemente, este dato lo tenían desde un inicio. Por ello, han impulsado la creación de 50 mil escuelas de fútbol. Así funciona una pasión presente en todos los niveles. Tanto, como las apuestas clandestinas.
Para los especialistas, éstas son las culpables de que el fútbol no haya crecido como se esperaba. Un dato: en China no se pueden contratar arqueros extranjeros. Así evitan que, en caso de sobornarlos, dejen el país. Los nacionales, entonces, son muy cotizados. Tanto, que el año pasado el portero Zhang Lu fue traspasado al Tianjin Quanjian, de la segunda división, en un monto superior a los 10 millones de dólares.
Es el mundo con el que se encontrará la Selección Chilena en la China Cup. No será la primera vez que Chile juegue en esas tierras. En agosto del 2003, en Tianjin se empató sin goles bajo la dirección técnica de Juvenal Olmos. Pero ésta es una China muy distinta.