El rostro de nuestro borde costero
Un operativo municipal permitió retirar toneladas de arena depositadas junto a la vereda, en el sector costero de la Playa Chinchorro. El ver los montículos del material acumulados durante meses, a veces en una escena permanente para esta playa, no era precisamente la mejor escena para una zona que en términos naturales, tiene un enorme potencial.
A pesar de este potencial, la sensación de abandono y despreocupación que ofrece la arena acumulada en la infraestructura urbana costera es insoslayable. Es por eso que este tipo de operativos debe ser de acción constante y permanente, en sintonía con la imagen que debe proyectar Arica.
La mantención de uno de los patrimonios turísticos más importantes de la ciudad, como lo son las playas, debe ser una tarea prioritaria de las autoridades comunales y regionales. La renovación del borde costero en el marco de las inversiones del Plan Especial de Desarrollo de Zonas Extremas (Pedze), muestra que en términos físicos, éste es un eje de desarrollo para el turismo.
Sin embargo, la construcción y renovación de toda la zona costera no es el final del asunto, sino por el contrario, es el principio. Ahora viene el buen aprovechamiento y en especial, el cuidado de aquellas obras que embellecen la ciudad y le dan un sello. Y en esto, la comunidad en general también tiene una participación importante.
La conservación de la infraestructura pública no sólo habla de las inversiones que se han realizado, sino que también termina hablando del interés y el compromiso que los mismos habitantes de la ciudad, los usuarios, tienen respecto de estos adelantos. Y esto es importante si se considera seguir avanzando en la renovación del borde costero ariqueño. La zona desde Chinchorro al norte es una extensa playa que perfectamente puede transformarse en un eje costero turístico de gran nivel, hoy claramente subutilizado.
Nuestra ciudad necesita seguir avanzando, creciendo y embelleciéndose, con el esfuerzo no sólo de las autoridades, sino que de todos, incluso de los privados, quienes en el borde costero tienen negocios que atienden precisamente a turistas.