El perdón…la semana pasada fui a visitar a la Sra. María Soto, la madre de Luis Pino Soto, joven detenido y desaparecido el 01 de junio de 1986, estudiante del liceo A-1, aquí en Arica, sin noticias de su paradero hasta hoy.
Su casa, la expresión de su mirada, el espacio, todo pareciera estar a la espera de noticias, cada día, cada noche, cada semana, cada mes, cada año, buscando una pista, un dato, algo que les ayuda a encontrarlo.
El pasado 6 de noviembre estuvimos en Pisagua, compartimos con la madre y la hermana de Michel Nash, joven que hacía el servicio militar al momento del golpe de Estado y quien se negó a participar en el pelotón de fusilamiento preparado para los prisioneros llevados hasta ese campo de exterminio, hasta hoy nadie sabe de su paradero.
No conozco la cifra exacta, mil quinientos, dos mil...no sé exactamente el número de detenidos desaparecidos aún en Chile, producto del ejercicio sistemático de violencia y tortura ejercida por los agentes del Estado, he leído y conocido historias, los libros con testimonios de las aberraciones perpetradas, compañeras y compañeros despojados de su condición humana, crímenes atroces, niñas y niños, jóvenes...robos millonarios, despojaron el país.
Hoy los pocos criminales que han sido detenidos por algunos de estos crímenes, están albergados en el recinto Punta Peuco...y hoy planifican pedir perdón.
¿A quién le pedirán perdón? ¿cuál es la motivación de esta iniciativa, pedir beneficios?, si es así, me parece insultante para aquellos que no están, para sus familias, insultante para los reos que están en las cárceles de Chile, insultante a la inteligencia del país.
Hay hombres que mueren en las cárceles con enfermedades terminales, viejos, solos, olvidados. ¿quién garantiza que realmente estén con demencia senil, enfermos terminales?
Me van a disculpar, no creo en su arrepentimiento, sólo basta escuchar la soberbia de ese abogado que los defiende y que se ha hecho famoso este último tiempo. Los torturadores y criminales deben ser conscientes primero de lo que hicieron, luego escribir toda, toda, toda la verdad, tal vez, entonces se pueda pensar en plantear el pedir perdón, y esto no tiene que ver con revancha, lo planteo porque los crímenes de lesa humanidad deben tener condenas acordes con el tipo de delito.
Si hoy existiera un arrepentimiento real de los asesinos y torturadores, no estaríamos buscando, las familias tendrían paz y sabrían dónde ir a dejar un clavel.
Carolina Videla Osorio