Los 150 años de la Congregación Hijas de Santa Ana
Las hermanas de gris celebraron un nuevo aniversario en todo el mundo. A Arica llegaron hace 127 años, iniciando su apostolado en el hospital local.
El hábito negro original de la Congregación de Religiosas Hijas de Santa Ana, tuvo que cambiarse a un plomo claro, básicamente, por el clima imperante en esta zona, que hace difícil vestirse de color oscuro cuando el sol pega fuerte en gran parte del año.
No es extraño verlas caminar por el centro de la ciudad. Las hermanas, siempre de impecable gris, son conocidas no solo por ser las fundadoras de uno de los establecimientos educacionales exclusivos para niñas, sino también por su desinteresado servicio a los enfermos y a los necesitados.
Esta congregación, que nació en Italia bajo el alero de la madre Rosa Gattorno el 8 de diciembre de 1866, lleva 135 años en América y 127 en Chile, llegando primeramente a Bolivia.
EL SELLO materno
Las Hijas de Santa Ana, como su nombre lo indica, son seguidoras de la madre de la Virgen María, por lo que definen su espiritualidad como la donación materna abierta a todo lo que el mundo necesita. En este sentido, las hermanas se proponen vivir el gozo a pesar de todos los signos de desesperanza que hay en la sociedad hoy en día, buscando el optimismo y la luz.
Para la hermana Albina Ramírez, subdirectora del colegio Italiano Santa Ana, lo importante es vivir en fidelidad al Señor.
"Hay que buscar el rostro de Dios y descubrir a qué me invita como persona. Lo importante es sentir que este Dios de amor te habla a pesar de la realidad que estás viviendo y está presente en tu vida a pesar de todo".
Esa comunión con el ser supremo invita a las ocho monjitas que viven en Arica a ser parte no solo del colegio, sino que a acompañar a los necesitados en las poblaciones, en la cárcel o en los hospitales.
"Nuestra congregación, de hecho, partió en Arica ayudando a los enfermos de malaria en el tiempo del doctor Juan Noé. En ese entonces, llegaron hermanas desde Italia a apoyar a los necesitados", comentó.
Luego, nació el colegio en 1984. En un comienzo, empezó con kinder mixto y siendo particular pagado. Luego, se transformó a subvencionado y exclusivo para niñitas.
Sobre la posibilidad de volver a retomar un régimen mixto, la hermana Albina destaca que no se cierran a ninguna posibilidad.
"La mayoría de los colegios nuestros son mixtos y estamos abiertas a lo que el Señor nos vaya señalando en el camino, no nos cerramos a nada. Pero lo concreto es que tenemos un sello relacionado con la femineidad, la maternidad y la delicadeza que esperamos continúe".
El establecimiento que posee un 70% de alumnas vulnerables, centra su formación en los valores.
"Hay muchas realidades en nuestro colegio pero siempre estamos dispuestas a responder a las necesidades del Arica de ahora", recalcó.
Las tres p
Para estas monjitas el vivir la vocación hoy en día es un verdadero desafío. Según ellas, el mundo ha cambiado, los valores no son los mismos y las necesidades, tampoco.
"Hoy hay menos personas interesadas en dedicar su vida al Señor, básicamente, porque las familias no están bien constituidas y es muy difícil que un padre le hable de la experiencia de Dios a sus hijos", argumentó la hermana Albina.
Los medios de comunicación como el celular y las redes sociales, a juicio de la religiosa, van alejando al hombre de Dios, convirtiéndolo en un ser al que solo le interesan "las tres P: el poder, el poseer y el placer".
"Es muy difícil que un joven pueda sentir el llamado hoy en día porque lo tiene todo, pero cuando encuentra al Señor lo deja todo también. Hoy es difícil porque hay una crisis de la fe en el mundo. Pero Dios está en todo, hasta en las pequeñas cosas".
Para la hermana, servir a Dios desde los hábitos es un regalo que realmente vale la pena vivir.
"Soy feliz invirtiendo vida en el Señor. Llevo 40 años de religiosa y si volviera a nacer seguiría el mismo camino porque mi vida no la gasté pensando en mí, sino que estuve con el Señor y el prójimo".
- ¿Y no pesa el no tener hijos o familia?
"Tengo muchos hijos en todas partes del mundo. En cada misión he conocido a personas que hoy son como mis hijos. Además, soy profesora básica, por lo que cada alumna en la que he dejado huella, ha formado en mí un lazo tan poderoso como la maternidad".