Los alemanes que llevaron un pedacito del altiplano a su país
Construyeron una réplica de la iglesia de Parinacota en un jardín temático en la campiña alemana, el que diariamente es visitado por turistas del mundo.
Hace veinte años, Frank Richter llegó desde Alemania hasta las áridas tierras del norte chileno con la fija idea de exportar aceitunas a Europa. Aunque no le fue bien con este proyecto, el extranjero no decayó y por el contrario, se reinventó, buscando nuevas formas de emprender.
Richter es hoy dueño de la empresa de alimentos finos Rila. Desde el valle de Lluta, donde están sus salas de operaciones, envía a mercados extranjeros los más sabrosos y delicados souvenires en base a productos típicos de la zona, como ajos, jengibres, pimentones y otros.
La forma de introducir los productos no sería complejo. El padre de Frank, Helmut, es socio de una empresa logística que, entre sus tantos servicios, ofrece mercaderías provenientes de diversos lugares del mundo. Según los Richter, los productos Made in Arica se comercializan muy bien en Alemania, ya que se trata de alimentos gourmet con sabores inexistentes al otro lado del orbe.
El jardín altiplánico
Más allá de las delicias que hacen llegar a Alemania, destaca un innovador proyecto de los Richter, que nació con la visita del patriarca al altiplano chileno.
"Mi padre conoció el altiplano y se enamoró a primera vista de sus paisajes, de su entorno, que es tan distinto a nuestro país de origen", cuenta Frank.
Ese 'flechazo' hizo que ambos trabajaran en la idea de crear una réplica de la iglesia de Parinacota, que fuera instalada dentro de un jardín temático que posee trabajos a escala de distintas partes del mundo.
"Los jardines están ubicados en un espacio muy grande, donde además de coexistir réplicas de distintos países, existen restoranes y otros servicios para turistas y alemanes".
Fue así como se abocaron a la tarea de encontrar el material exacto para fabricar la réplica en Alemania, incluyendo la paja brava que lleva la iglesia en su frontis. La tarea principal fue que quedara lo más parecida posible a la original.
La mano artesana
Helmut aparece con un montón de fotografías de la campiña alemana en donde se levantó la estructura. Las imágenes muestran la obra en construcción y ya terminada luciendo en escenarios con luz de día y de noche.
Aunque no habla nada de español, el hombre, que a diferencia de su hijo, vive en Alemania y solo viene a Chile una vez por año, muestra su proyecto con una sonrisa en los labios. Y es que ese amor por la cultura altiplánica fue lo que lo llevó a idear este atractivo proyecto.
"Es una construcción importante y muy bonita, que se puede apreciar desde lejos. Los turistas se fotografían junto a ella porque llama mucho la atención, sobre todo su campanario y su color blanco", detalla Frank, siendo uno de los principales atractivos del lugar.
En el proceso de construcción participó el artesano ariqueño Gerardo Ramírez, quien fue el encargado de diseñar y fabricar los detalles que posee la iglesia. Una vez terminados éstos, fueron enviados a Europa para ser incorporados a la construcción final.
"Buscamos los materiales para que de verdad se sintiera un pedacito del altiplano en Alemania", puntualizó.