No todos pueden cuidar a los animales
Joaquín Maluenda es el dueño del circo de Los Tachuelas y fue hace unos años la primera persona en Chile condenada por maltrato animal por el caso de la elefanta Ramba. Fue condenado a 100 días de presidio menor en su grado mínimo y a pagar una multa de 10 UTM por comprobarse el maltrato animal que recibió al paquidermo bajo su custodia.
Ramba provenía del comercio ilegal y pasó 14 años realizando difíciles piruetas sobre tarimas diminutas sin recibir cuidados médicos. La vida de Ramba era terrible, sabía cómo pararse sobre dos patas, pero no sabía reaccionar ante un examen de sangre o de orina para cuidar su salud. Hoy gracias a la ONG Ecópolis, Ramba sana sus heridas físicas y emocionales a la espera de su ansiada partida a un santuario de animales. Pero este señor, a pesar de aquello, fue detenido el martes pasado por la PDI por el mismo delito que ya cometió: maltrato animal. Él mantenía en pésimas condiciones en su parcela de La Pintana a ocho tigres y subespecies, 15 monos, un oso pardo y un emú.
Lo más grave, además del maltrato en sí mismo, es que todas estas especies están protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), acuerdo del que Chile es parte hace ya 70 años. El tema de fondo que es el tráfico de estas especies no se ha tocado. Más grave aún, el señor Maluenda declaraba que el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) lo fiscalizaba conStantemente y él tenía todo en orden en términos de cuidado hacia sus animales. Me pregunto entonces, ¿cómo el organismo del Estado, en este caso el SAG, permite que una persona tenga a su cargo animales producto del tráfico ilegal de especies? ¿Es un poco insólito o no? Porque no hay que ser muy inteligente para saber que son especies protegidas, y más aún cuando es tu trabajo y deber para con los chilenos realizar dicha labor. O sea el SAG no sólo obviaba el evidente mal estado de los animales sino que además eran especies de tráfico ilegal.
Lo segundo que me preocupa es que Chile, habiendo ratificado dicha convención, no ha sido capaz de hacer nada de lo que ésta exige en términos de cuidado de la fauna. No ha dictado los reglamentos que corresponden, creado la institucionalidad pertinente, nada. Somos los campeones para ser parte de cosas importantes, pero cuando hay que implementarlas no nos dan las neuronas.
Y volvemos a lo mismo, el Servicio Agrícola Ganadero (ganadero=ganado=¿oso? ¿tigre?) tiene la capacidad de gestión, de personal, intelectual -me atrevo a decir- para cumplir esta labor ¡Claramente no! Y por eso seguimos en lo mismo y siguen pasando cosas tan aberrantes como que una persona tenga tigres en una parcela en La Pintana y que esto sea permitido por el Estado. Afortunadamente esto empezó un camino que espero termine de la mejor forma para esos pobres animales que ya han sufrido suficiente.