Conociendo la etnomatemática con petroglifos y telares
Alumnos de tres establecimientos de la ciudad se internaron en el valle de Azapa para aprender más de esta ciencia.
Sólo el ladrido de unos perros pueden romper el silencio que reina en Azapa, mientras un grupo de estudiantes observa concentrado las figuras ancestrales formadas por acumulamiento de piedras que juntas crean camélidos en el panel de geoglifos La Tropilla, en la ladera sur de un cerro del valle.
Dependiendo de la hora y del sol que exista en el lugar, los geoglifos pueden verse más o menos destacados. Ante la tranquilidad imperante, el sonido de un potente dron que permite observar lo que a simple vista no se ve, inunda con su movimiento y se acerca a las piedras, cobrando vida en La Tropilla.
Manuel Barraza, académico de la Escuela de Ingeniería Civil y Ejecución Eléctrica-Electrónica de la Universidad de Tarapacá, fue el encargado de proveer las imágenes en alta resolución de estas verdaderas obras de arte, que como señales camineras entregaron información a quienes transitaron por este lugar. Durante 12 minutos, el dron de alta gama, por primera vez sobrevuela una zona de geoglifos milenarios.
Esta impagable experiencia correspondió a una de las salidas a terreno que benefició a 60 alumnos del Liceo Pablo Neruda y Colegios San Marcos y San Jorge, que participaron en la Academia de Etnomatemática, diseñada y desarrollada por el Proyecto Asociativo Regional Explora de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) Región de Arica y Parinacota, siendo la única actividad de este tipo desarrollada a nivel nacional.
Principios matemáticos
Las grandes figuras fueron diseñadas y construidas en equipo, donde al menos intervinieron tres personas, señalan los historiadores, e implicaron varios principios matemáticos como traslación, rotación y simetría; además de las distancias, importantes a la hora de realizar estos dibujos inclinados, y las formas geométricas presentes que hoy son estudiadas desde la etnomatemática.
Ángulos, magnitud, punto, origen, intersección, desviación estándar, fractal, simetrías, cuadrados, triángulos y hexágonos, son algunos de los elementos matemáticos que están presentes en los grupos culturales, que expresaban y realizaban prácticas técnicas para resolver las propias necesidades que tenían en su contexto. Así surge esta rama de la matemática.
El Cerro Sagrado fue otro panel de geoglifos visitado por los estudiantes junto a un equipo de profesionales que describieron los sitios.
La historiadora Patricia Arévalo trasladó mágicamente a los alumnos a la época en que probablemente se crearon las grandes figuras humanas presentes, además de serpientes, lagartos y camélidos observables desde lejos, en las que se encuentran polígonos, círculos y rombos. El Pukará San Lorenzo, una aldea con terrazas donde se efectuaba intercambio recíproco de alimentos, posee restos de construcciones habitacionales y una vista estratégica del valle y fue otro de los lugares considerados en las visitas guiadas por los expertos. Aquí los alumnos realizaron un registro planimétrico del sitio, identificando elementos geométricos tales como polígonos regulares e irregulares presentes en las piedras que siguen un mismo patrón en las terrazas. En estas tareas y a lo largo de la academia, fueron apoyados por los académicos de matemáticas Carolina Condori, Iván Aguirre y Gino Maqui. Este último graduado en Cusco, Perú, actualmente realizando su doctorado en Brasil, y en una corta pasantía en la Universidad de Tarapacá.
Patrimonio textil
Pero la etnomatemática llevó a los alumnos participantes más allá, pues también conocieron de la antropóloga Andrea Chamorro, los principios matemáticos presentes en el patrimonio textil de la región.
A través de una dinámica con la evolución de prendas a través de la historia, se contó una experiencia sobre la extinción de este quehacer en una comunidad altiplánica. La academia convocó a distintas tejedoras, que trabajaron en sus telares las lanas de camélidos y los diversos productos con saltas o figuras aprendidas generacionalmente.
El trabajo final de los alumnos, después de varias sesiones en terreno y en aula, implicó la identificación de la etnomatemática en los elementos patrimoniales de la región, valorando los saberes matemáticos de los ancestros. El resultado derivó a exposiciones grupales, construcción de relatos de los lugares visitados, reconstrucción de figuras, diseños de telas y geoglifos de acuerdo a los principios matemáticos que fueron repasados en clases.
Mónica Navarrete, directora del Proyecto Asociativo Regional Explora de Conicyt, comentó que la actividad se inserta en una región con un gran patrimonio intercultural e inmaterial. "Visualizar los principios matemáticos presentes en una cultura milenaria, por supuesto que es atractivo pedagógicamente; pero también lo hace interesante porque intenta que los estudiantes valoricen su patrimonio descubriendo la gran capacidad lógica y el pensamiento matemático que tenían nuestros ancestros, eso hace muy particular a nuestra región".