Carabineros celebró esta semana sus 89 años de existencia, con una emotiva y solemne ceremonia que tuvo como marco el histórico sector del Morro de Arica. Este aniversario encuentra a la policía uniformada de Chile, en un proceso vertiginoso de modernización y progreso en los más diversos aspectos, desde el meramente tecnológico, hasta el que marca su relación con la comunidad.

La institución de las carabinas cruzadas se alza hoy como una de las más creíbles del país, en medio de la crisis de confianza que caracteriza a diversos estamentos de nuestra sociedad. Hoy, la probidad policial es indesmentible, dada por la franqueza y valentía que ha tenido Carabineros para enfrentar hasta las más difíciles situaciones, muchas de las cuales, terminan relacionándose exclusivamente con personas y casos puntuales, y no con una institución prestigiada con el paso del tiempo.

Este hecho ha motivado que la imagen y la relación de Carabineros y la comunidad haya ido ganando más y mejores espacios en los últimos años, relación que se ha visto coronada con iniciativas como el Plan Cuadrante, que ha privilegiado el trabajo conjunto en la prevención, entre los vecinos y los uniformados.

Sin duda, estos caminos que ha propuesto la institución, han establecido las bases para una cultura preventiva y que impulse los denuncios, como base ineludible para disuadir y perseguir la delincuencia.

Ninguna dotación policial podría equiparar a los logros que puede tener una labor consciente y mancomunada entre los pobladores y Carabineros. Hoy, los vecinos, la gente común, están llamados a convertirse en el brazo derecho de la policía uniformada, cooperando con la información, las denuncias y la entrega de los datos necesarios, tendientes a seguir reduciendo la criminalidad.

Afortunadamente, esta propuesta ha sido ya entendida en diversos sectores de la comunidad, la que a estas alturas puede dar fe de la importancia y los efectos positivos que tiene el caminar de la mano junto a Carabineros, en la tarea de prevenir, denunciar y proteger.

Sin pretender exaltaciones auto-referentes recordamos nuestra iniciación en esta columna un 23 de abril del año 1986, hace ya treinta años, lo que fue consignado en la última edición aniversario de este diario, gesto que por cierto pudorosamente agradecemos.

En la oportunidad rememoramos el 370 aniversario de la muerte de Williams Shakespeare (23 de abril de 1616) y dándonos cuenta de una tremenda omisión en relación a la fecha, en la próxima columna de ese entonces nos referimos a la muerte, el mismo día y año, de Miguel de Cervantes Saavedra, aunque ello importe ciertas imprecisiones, dado el diferente sistema de calendario vigente en los países cuna, juliano y gregoriano respectivamente. Sin embargo, en la actualidad existe consenso para conmemorar en la efeméride a ambos portentos de la literatura universal.

En el presente 2016, a 400 años de estos acontecimientos, todo el mundo de la cultura se volcó a resaltar la obra de estos autores imperecederos y podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que ningún periódico, revista o publicación pasó por alto o se omitió de este respeto, adhiriendo de distintas formas al reconocimiento mundial, lo que ha quedado demostrado al simplemente explorar el espacio cibernético que se ve colmado de incesantes y cuantiosos homenajes.

Lo mismo ocurrió con la totalidad de agrupaciones e instituciones culturales mundiales, en especial las de España e Inglaterra que enfatizaron con diversas actividades la vida y obra de estos célebres artistas de la palabra; éstas no sólo abarcaron el área específica de la literatura y la dramaturgia, sino a las distintas disciplinas del arte en general que se sumaron al acontecimiento.

Sin duda que este año, el "Día Internacional del Libro", instaurado por la Unesco en 1995, precisamente en el día de la conmemoración de ambos autores y del Inca Garcilaso de la Vega, se proyectó aún más, rescatando para la humanidad su verdadera esencia espiritual y la grandeza del alma humana, cuando transita por esos derroteros.