Así fue el regreso de Pablo Neruda a su morada de siempre en Isla Negra
El féretro fue llevado desde el ex Congreso Nacional hasta el puerto de San Antonio, desde donde partió finalmente al lugar que el poeta siempre quiso descansar eternamente junto al mar del balneario de El Quisco.
"Compañero Pablo Neruda, presente", gritaban ayer las decenas de militantes del Partido Comunista que, bandera en mano, llegaron hasta la Casa Museo de Isla Negra, del balneario de El Quisco, para brindarle la última despedida al poeta y Premio Nobel. Una de esas enseñas terminó sobre las piedras que taparon la tumba del escritor, aquella donde el vate descansó junto a su mujer Matilde Urrutia desde 1992 y hasta el 8 de abril de 2013 cuando sus restos fueron exhumados por orden judicial.
Esta ceremonia fúnebre es la cuarta que ha tenido Neruda, ya que la primera de ellas se realizó en 1973 en medio de la represión y el asedio militar. Otra se hizo en secreto en 1974. En 1992, se concretaron las segundas exequias, cuando todo Chile empezaba a degustar la democracia y se le rindieron honores de Estado.
A las 06.30 horas de ayer, el camino del poeta a Isla Negra partió en el ex Congreso Nacional. Una camioneta del Servicio Médico Legal (SML) trasladó el féretro por la Autopista del Sol rumbo al puerto de San Antonio. Ahí, una exigua recepción ciudadana frente al edificio consistorial, llenó de pétalos el techo del vehículo estatal. El ataúd no pudo ser observado por los que llegaron a darle el adiós a don Pablo. Las autoridades, entre ellas el alcalde de San Antonio y el gobernador provincial, le entregaron al sobrino del escritor, Rodolfo Reyes, una bandera del municipio. El ex chofer del literato, Manuel Araya, también se sumó a este reconocimiento, que cerró con un poema declamado por el baluarte de las letras del puerto, Roberto Bescós. Lo mismo hizo el alumno de la escuela Poeta Pablo Neruda, Exequiel Figueroa.
En medio de los pocos sanantoninos que habían. apareció la figura vetusta pero vigente del último gobernador provincial de San Antonio bajo el gobierno de Salvador Allende, Jorge Romo, quien con su bandera comunista al aire se aguantaba las ganas de llorar absorto en sus recuerdos. "Estoy muy emocionado porque conocí a Neruda, estuve con él en el año 1972 junto al compañero Allende. Este es un merecido homenaje", afirmó el hombre.
"Es muy importante que Neruda reciba este y muchos otros homenajes más", expresó el sobrino del poeta, Rodolfo Reyes, quien informó que por orden judicial no se podía mostrar el féretro a la gente en San Antonio.
Tras estar por media en hora en San Antonio, el cortejo nerudiano siguió su avance hasta Isla Negra. En el trayecto, en Cartagena hizo una parada para recoger el saludo de las autoridades del balneario del pueblo.
El frío de este abril más invernal que otros anteriores sirvió de excusa para que los asistentes al último funeral de Neruda llevaran puestos los abrigos y esos colores de gris y café que brotan en el otoño en las vestimentas. Pese a lo entumecido que se les veía, los hombres y mujeres que estaban apostados en la puerta de la Casa Museo gritaron con fuerza las consignas comunistas cuando la camioneta del SML arribó al lugar.
"Yo fui el maestro constructor que le trabajé muchos años a don Pablo", contó el quisqueño Rafael Plaza, que dijo a Neruda lo conoció en 1946 y que por eso no quiso perderse esta postrera despedida.
Rápidamente, los funcionarios del SML y los detectives de la PDI coordinaron la tarea de llevar el féretro hasta la tumba. Apenas, el ataúd apareció a luz pública, emergieron los aplausos. De entre los asistentes salió la voz de un hombre que reclamaba contra "el gran negociado con la casa del poeta" y que pedía que la prensa grabara sus dichos. Al frente, el oleaje marino parecía más tranquilo que lo normal. El féretro, cubierto por la bandera chilena cual mortaja criolla, fue puesto sobre un mesón que aguardaba al final del sendero en que está el mismo sepulcro del poeta y su compañera Matilde. Desde esa altura, el mar atrapa y parece revivir cada paso perdido.
Acaso una treintena de familiares del poeta y representantes de la Fundación Neruda estaban en la parte más cercana al sitio en que fueron enterrados los restos del escritor. La sepultación duró unos 20 minutos. Sobre el ataúd pusieron tierra y piedras, mientras los asistentes guardaban en silencio. Más tarde, la prensa, que no pudo entrar en primera instancia hasta donde está la tumba, recorrió a sus anchas aquella morada del vate y pudo sumarse al acto oficial que partió a las 13.00 horas con la participación de varios oradores.
Manuel, el chofer
El sanantonino Manuel Araya, ex chofer de Neruda y quien denunció que al escritor lo asesinaron, alegó que la Fundación Neruda le impidió entrar hasta el sector del sepulcro. "Se me niega el acceso porque yo hice la denuncia del asesinato de Neruda", reclamó el hombre con una cara que reflejaba su tristeza y con la que miraba desde lejos el féretro.
"Me mantengo firme de que a Neruda lo mataron", añadió Araya, quien admitió que sintió rabia y pena por la negativa que lo afecta.
"Para nosotros, hoy es un día muy especial porque es el regreso a casa de Pablo Neruda. Este es no es un funeral, es todo lo contrario", reconoció el presidente de la Fundación Pablo Neruda, Raúl Bulnes, que confirmó que sólo pequeñas muestras de los restos del Premio Nobel quedaron en poder los laboratorios que ejecutan los últimos peritajes encargados por el ministro Mario Carroza.
Respecto a la necesidad de realizar la exhumación del cadáver del poeta en 2013, Bulnes dijo que "lógico que si había alguna duda, había que hacerla. Y la verdad es que conociendo todo lo que hizo la dictadura militar, es una posibilidad cierta que haya intervención de terceros también, como es tan cierta el cáncer terminal. Hay dos posibilidades". Agregó que "el verdadero funeral de Neruda fue el primero" y que por eso la fundación se restó de los homenajes que, el lunes, las autoridades políticas le rindieron en el ex Congreso Nacional.
"Lo importante, después de devolver los restos, es que se sepa la verdad. Yo creo que cuando ya se siembra la duda de cómo murió (Neruda), lo que queda es que la justicia defina y diga claramente que ocurrió esto o lo otro, cualquiera de las dos cosas es la verdad, y lo importante es la verdad", declaró el director de la Fundación Neruda, Fernando Sáez. Sobre el reclamo de Araya, Sáez aseveró que no tenía antecedentes respecto a una supuesta orden para impedir su ingreso hasta el lugar de la sepultación. "A mí me parece que Manuel Araya es una persona que ha tenido unas actitudes bastante desagradables, y no creo que lo hayan dejado entrar porque en la parte que estaba el féretro estaban los representantes de la Fundación, el Partido Comunista y la familia, y él no es de ninguna de las tres instituciones".