La "Jacha Mama" que cura el alma, el espíritu y el cuerpo
A los 4 años, su abuelita le enseñó sobre los usos de las plantas medicinales aymaras y con el pasar de los años utilizó esos conocimientos milenarios para curar el estrés, empacho, depresión post parto, flebitis y otros a través de masajes.
Los años 70, los volcanes de la comuna de General Lagos fueron testigos del nacimiento de Sofía Montevilla. Fue un parto difícil que duró casi tres días. Por eso, la matriarca de la familia; Catalina, decidió que la pequeña sería la heredera de sus conocimientos del uso de las hierbas medicinales.
A los 5 años de edad, la pequeña Sofía tenía la misión de acompañar a su abuelita en sus quehaceres. Por eso siempre tenía a mano su sombrerito y sus mantitas que hacían juego con su pollerita de niña aymara.
"Me sacaba a terreno, a curar a las personas, ella tenía muchos conocimientos, además su esposo era partero y curandero. Entonces crecí en ese ambiente", contó Sofía, que los 15 años, ya era una curandera conocida, pero a los pocos días su abuelita falleció. Por eso a los 17 años se vino a Arica a ayudar a su mamá que también era curandera.
"La gente nos buscaba tanto en Putre como en Arica, ahí pude aplicar todo lo que me enseñó mi abuela y aprendí harto, a pesar de que ella me hablaba todo en aymara. Después, con los años, mi familia pasó el dato a sus vecinos sobre nuestro oficio y ahí nos hicimos de clientela", dijo Sofía.
Años después, ella formó su familia, pero nunca pensó dedicarse 100% a lo que un día le enseñó su abuela. "El año 20011, tomé un curso de aymara y me dio por dedicarme del todo a mis conocimientos. Por eso postulé a un proyecto en Conadi y pude implementar mi consulta. Luego vinieron las capacitaciones", expresó.
Hoy en día, es muy solicitada, porque ha logrado curar a sus pacientes de molestos estrés, empacho, depresión post parto, flebitis y otros.
"Una vez, una mujer tenía crisis horribles de pánico, ella oía voces que le pedían suicidio. Y a pesar de que se trató dos años, no encontró la paz. Por eso vino a mí y los solucionamos en 4 meses, ahora está feliz", aseguró.
A su consulta vienen pacientes de todas las edades, incluso mujeres con depresión post parto y han salido airosas de eso. El secreto es venir a tratarse lo antes posible para que el cuerpo responda, contó Sofía, que también ha podido tratar los traumas sicológicos, problemas de amor y tantas otras dolencias que complicaban a su pacientes. "Ahora recién las familias empezaron a darle valor a las cosas que antes los abuelitos tenían; como el agua Carmelita, copal etc. Ese era su botiquín, por eso casi ni se enfermaban", asegura.