En Arica caracoles sacaron sus cachitos al sol cerca del vertedero
Sin los servicios básicos para la sobrevivencia, pero con harto esfuerzo, 40 familias luchan por mantener la crianza de los moluscos que se han convertido en el proyecto de vida de los habitantes del sector Asociación Gremial La Granja.
Están ubicados al final del Cerro Chuño, tienen de vecinos al vertedero municipal y a una pampa desértica salina que los rodea por todos lados. El calor a ciertas horas es insoportable, no tienen agua potable, ni luz ni mucho menos alcantarillado, pero nada de eso ha desanimado a un grupo de 40 familias que decidieron echar raíces en el sector La Granja hace años atrás.
La historia cuenta que la familia Muñoz fue la primera en llegar al sector junto a un grupo de vecinos que pidieron los terrenos para un proyecto de crianza de aves y animales menores.
Así fue como les autorizaron años atrás hacer uso de un área de 22 hectáreas. Ya por el año 2005 la granja tuvo buenos resultados a pesar de las condiones desérticas y la falta de los servicios básicos.
Para seguir en los terrenos, los integrantes de la Asociación Gremial La Granja decidieron incluir la crianza de caracoles.
Mucho esfuerzo
El sector denominado Asociación Gremial La Granja cuenta con 20.8 hectáreas, donde 40 jefes de hogar han luchado por mantener sus proyectos.
Entre sus 160 habitantes hay adultos y mayores, jóvenes y niños, quienes diariamente, por sus medios, deben desplazarse a la ciudad, debido a que no existen servicios de buses y colectivos. Sin embargo son beneficiarios de una vista panorámica envidiable; se ve desde el Humedal hasta las pesqueras. Un paisaje hermoso que alienta a sus habitantes a seguir recorriendo el único camino que hay y que los conecta con la ciudad paracumplir con sus sueños. "Cuando empezamos no sabíamos nada y cada uno invirtió en un invernadero que ese entonces salió 1 millón y medio", contó Olga Muñóz, presidenta de la Asociación Gremial La Granja.
Los primeros caracoles que compraron para empezar con su emprendimiento, los trajeron del sur a 75 mil pesos el kilo.
"Fue un dineral lo que gastamos esa vez, pero después el kilo estaba a 3 mil pesos. Y para aprender tuvimos que pagarle a un profesor que nos hizo clases, todo fue gestionado por cuenta propia", explicó Muñoz.
Con lo aprendido de la helicicultura ( crianza de caracoles), los 40 socios aplicaron el conocimiento y lograron manejar la reproducción de estos moluscos.
"Es delicado su manejo sobre todo cuando los caracoles desovan y ponen sus huevitos en la arena. Todo la infraestructura del proyecto la hemos levantado con nuestras manos. Me acuerdo de la vez que pusimos mallas tan grandes que los caracoles metían su cabeza y terminaban ahorcados los pobres, imagínese lo difícil que fue rescatarlos, ahora tienen las mallas adecuadas", añadió Muñoz.
Trabajo en equipo
Con la producción asegurada, los socios comenzaron a tomar cursos para sacar provecho a su emprendimiento, pero en el camino se toparon con varios peros.
"Tomamos cursos, pero no siempre todos tenían cupo,ya que solo recibían a 15 y somos 40, entonces unos 15 iban a un curso para aprender a hacer cremas y jabones de caracol y otros 15 al curso de cocina de caracol. Una vez aprendido el curso, los que sabían hacer jabones enseñaban a las que sabían cocinar y viceversa", contó.
Ahora felizmente todos han aprendido a guisar y fabricar cosméticos a base de la baba de caracol. Todos tienen sus propia producción y sus propios clientes que cada vez les demandan más productos.
Amenazas
Con los años que llevan luchando por seguir adelante con los caracoles, los socios han sufrido varios robos, altas temperaturas y escasez de recursos para seguir en pie. Sin embargo siempre se las han arreglado por mantener viva la ilusión de vida que le dan sus caracolitos al desierto salino que los rodea.
"Hemos luchado nosotros, porque no hemos recibido ayuda de nadie, no nos ganamos proyectos de nada, nosotros hemos comprado 6 veces varios kilos de caracol. Hemos tenido que luchar con robos de los pocos materiales que teníamos para nuestros invernaderos, incluso nos han robado los caracoles, entonces hemos luchado bastante para sacar adelante este proyecto por años", aseguró Muñoz en representación de sus socios.
Como si eso fuera poco, este año la crianza de caracoles se ha hecho difícil para sus 40 socios. Esto porque las altas temperaturas han causado una alta tasa de mortandad en sus moluscos. Y para salvar la producción reunieron todos los caracoles de los 40 invernaderos en uno solo, que está totalmente acondicionado.
"La lluvia fue otro gran problema porque como el suelo es salino, al llover las mallas se mojaban, el agua salada caía sobre el caracol, lo secaba y lo mataba", explicó Muñoz.
Con tantos altos y bajos, los socios esperan el mes de julio porque es la fecha más propicia para sus caracoles. Ahora no piensan en comprar, la idea es cuidar a los sobrevivientes para continuar.
"Me acuerdo que una vez ganamos el primer lugar en una feria agrícola, estábamos contentos porque pensamos que nos darían algo de dinero para seguir con nuestro proyecto, pero no nos dieron nada. En fin solo queremos agradecer a Roberto Ahumada del Gobierno Regional por el proyecto de luz eléctrica", dijo Olga Muñoz desde su casa que queda camino al vertedero municipal, pero que tiene una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.