Apesar de que la Feria Nueva Esperanza no logró renovar su permiso para seguir ubicado en la calle Raúl Araya, ayer los feriantes volvieron al sector como cada jueves para ofrecer sus productos.
Basta con darse un par de vueltas por la feria para darse cuenta que la mayoría de sus clientes son personas de la tercera que edad que circulan de la mano con sus carritos para las compras o bien conducen su silla de ruedas hacia algún puesto de verduras o abarrotes. Al consultarles sobre la nueva ubicación de la feria, se niegan a aceptarlo y manifiestan que solo un par de vecinos (que son nuevos) se quejan en contra de la feria.
"La persona que se queja de la feria no representa al sector, porque todos apoyamos a la feria, debido a su cercanía y precios accesibles. Además somos todos de la tercera edad, que no sabríamos donde ir, si es que se va la feria. Tendríamos que volver a comprar de a poco en los negocios de barrio como antes", dijo Guillermina Constant, que vive desde los años 60 en el sector y ha visto como la feria Nueva Esperanza dio vida al barrio.
La feria solo tiene un solo pasillo que abarca algunos pasajes, los feriantes ofrecen sus frutas, verduras, abarrotes y jugos naturales, ensaladas entre otros. Pero también hay pescado a la venta.
"Yo soy usuaria de la feria, porque nos queda cerca, nos brinda economía y los productos son frescos. Por eso estamos de acuerdo con que esta feria siga aquí, además somos personas de la tercera edad que vivimos con una jubilación muy poca", manifestó Gilda Moreno, mientras los otros vecinos se reúnen apoyando sus palabras.
Es que para ellos la feria se ha convertido en punto de encuentro donde cada jueves los vecinos hacen vida social.
Por eso Loreto Flores, presidenta de la Feria Nueva Esperanza continúa en reuniones para llegar a una solución que beneficie a todos.