La procrastinación puede llegar a ser adictiva
Según un estudio, los flojos buscan darle emoción a la rutina aplazando las obligaciones.
La procrastinación, nombre elegante para la acción de no hacer nada o, simplemente, postergar las obligaciones, puede convertirse en una adicción peligrosa. Lo explica Marta Romo, profesora española especializada en neurociencia aplicada al aprendizaje, quien ha elaborado una serie de perfiles del procrastinador. Según la perita en personas vagas, el exponente de este fenómeno suele caer en la tentación de postergar sus tareas con un fin noble difícil de entender: "lo hace porque cree que así obtendrá mejores resultados".
Y es en este tipo de casos cuando la procrastinación se convierte en un hábito, y, en consecuencia, algo muy difícil de erradicar. "Estaríamos hablando, por ejemplo, de estudiar para un examen la noche anterior o preparar una reunión cinco minutos antes de que comience. Estas personas perciben estos episodios como momentos emocionantes, debido a la segregación de adrenalina", agrega.