La mujer que exige el regreso de "Rojo, fama contrafama"
Dependiendo de sus gustos, una persona puede tener un talento que nadie más tiene: saber tocar algún tema difícil en guitarra, dibujar un retrato a la primera, o saber el punto exacto del arroz. La antofagastina Iris Campos, además de su profesión como técnico en administración, debe tener uno de esos talentos únicos. Ella es una enciclopedia de "Rojo, Fama Contrafama", aquel programa de Televisión Nacional que hizo grandes a estrellas del canto y el baile popular como Leandro Martínez o Nelson Mauri. Lo sabe, literalmente, todo.
-Mire, el programa empezó el 2 de diciembre de 2002 -dice Iris, con los ojos brillosos, como quien recuerda un verano en el sur con la familia- Ese era un programa tan sano, de talento de verdad. Me gustaba como cantaban ellos, canciones de antes, de la Nueva Ola…
Iris tiene 42 años, trece de ellos dedicados completamente a coleccionar tesoros de Rojo, joyas que guarda celosamente y que accede a mostrar a "La Estrella" mientras ofrece pan de pascua y bebida. Su pareja, Mario, llega con una cámara de fotos y una caja de colores.
Dentro de la cajita, hay decenas de casetes de Leandro Martínez, Mario Guerrero, Carolina Soto, María Jimena Pereyra. Los tiene originales, sin un solo rayón, impecables y rebobinados a la perfección. Ella dice que solamente los ha tocado una vez, y que no lo volverá a hacer. Esos casetes resumen una década de pasión. Antes coleccionaba música de la Myriam Hernández y de Luis Jara, pero nada la impresionó tanto como Rojo.
-En las galas yo me amanecía con los cabros, lloraba con ellos, sabía toda su historia. Como por ejemplo, que a la Katherine Orellana le hacían bullying porque era gordita. Yo lo sé todo, porque mi vida eran ellos.
Los recuerdos en la retina de Iris se multiplican a medida que habla sobre su programa favorito. Pocas personas podrían decir que saben que la última gala se hizo en el Teatro Caupolicán, que a la María Jimena Pereyra le decían la Pochoclo, o la historia de esfuerzo de Pablo Vargas, uno de sus favoritos. Dice que lloró cuando fue derrotado por Rodrigo Díaz, en la primera generación de bailarines. Todo eso lo vivía desde su cama, a la que llegaba a ver a sus niños cuando llegaba del trabajo. Los veía hasta que se quedaba dormida.
YO QUIERO SU FIRMA
Iris se vino a Antofagasta muy pequeña, desde Olmué. En esos años ya era fan de Chayanne, cuando recién lanzaba "Fiesta en América" y era jurado de Viña '88. En la caja multicolor hay un añoso cancionero de la "TV Grama". "Si puede cantar con guitarra incluso, oiga", dice ella. Atrás, su pareja Mario le recuerda que también tiene fotos con esos artistas, que las veamos.
Mario Bacarezza, el pololo, es importante en esta historia. Ella jamás pudo ir a Santiago para ver a sus artistas a TVN, así que sólo depende que alguno de ellos viaje a Antofagasta para correr al aeropuerto a buscar un autógrafo. Iris tiene una red de contactos con otros fans, quienes se datean cuando aterriza alguien famoso a Cerro Moreno. Ahí entra Mario: él es el chofer, el fotógrafo, casi su productor de autógrafos. Lo hace porque la quiere, y porque cada firma la deja feliz durante días.
-Yo me acuerdo que una vez vino el Leandro Martínez acá a Antofagasta, le mostré mi caset y quedó impactado. Le regalé uno en todo caso, como un collage donde salían los niños. 'Se pasó señora, se pasó', decía.
En la emoción del momento, Iris le regaló una revista, un álbum, el collage, cuánta cosa no le regaló. Agradecido, Leandro estampó la primera firma de la colección de casetes de la fanática de Rojo. Debe haber sido uno de los días más felices de su vida. Estaba junto al cantante que la acompañó tardes enteras tomando once frente a la tele, y ahora iba a estar para siempre en su colección de cintas. Ella tiene todos sus casetes con una pequeña etiqueta amarilla con su nombre, por si acaso, dice.
-Pero a algunos se les han subido los humos -comenta- Como a la Carolina Soto, yo la conocí en el Enjoy y como que me pegó la desconocida. No me gustó eso, porque uno es fan de ellos.
-También el Luis Jara oiga. Tengo un caset y lo encontré muy arrogante. Le dije 'tengo un caset suyo, ¿me lo puede firmar?' Ya, me dice, pero con mi plumón, no con el tuyo. Me firmó el caset, y nos tomamos una foto. No, pero esta foto no me gusta, tómate otra, dice.
-Pero me gustó conocerlo, todo sea por mi caset.
EL RAFA
Buscando en sus recuerdos, quizá lo que le atrajo a Iris de Rojo fue el Rafa Araneda. Hay una foto recortada donde aparece en los inicios de su carrera televisiva, cuando hacía el "Revolviéndola" en un castillo de La Serena. "Yo lo encontraba tan guapo, auténtico para hablar, con tanto énfasis", dice la fans.
Cuando era chica, supo por un dato que el Rafa se presentaría en una disco animando. Pero por la edad, no pudo entrar. Hace un par de meses, cuando la "Crespita" Rodríguez vino a pelear a Antofagasta en un evento animado por Rafael Araneda, hizo lo imposible por mostrarle esa foto. "Señora, que antigua esta foto", le dijo. La abrazó y estampó la firma. Era como cerrar un ciclo de fanatismo por Rojo: tuvo a sus artistas en los caset, y ahora a su animador favorito.
Me dio pena cuando terminó el programa, dice, recordando los tiempos de Martín Cárcamo en 2008, cuando el Rafa andaba probando suerte en México. "Era todo, mi mundo, me entretenía con ellos, era mi pasión".
-Si pues, incluso me gustaría que hicieran algo con más de edad, como el Rojo Vip. Uno de mis sueños es conocerlos a todos, me gustaría eso algún día. Pero confío en Dios, depende de él.
Además de su pasión por el fenecido programa de Televisión Nacional, también tiene varios recuerdos de otros momentos de nuestra historia televisiva. El álbum de figuritas de "Cerro Alegre" (Canal 13, 1999), o un cuaderno donde guarda recortes de prensa de la participación de la Selección Chilena en el Mundial de Fútbol o la Copa América. Hay de todos los diarios, pero la mayoría son de "La Estrella".
Iris vuelve a ver el cancionero de Chayanne, impreso a colores en hojas de roneo. Recuerda que alguna vez estuvo ella en Viña intentando conseguir el autógrafo, pero no pudo nunca. El cancionero tiene un espacio donde perfectamente podría estar la firma del puertorriqueño, esa firma tan esquiva que lleva años esperando. Si pudo lograr la del Rafa tras dos décadas, lograr tener a Chayanne en su cajita de colores sería un sueño. Existe un dato, comenta, que él podría venir al norte en enero. Yo sé que algún día lo voy a conocer, explica.
-Si él viene para acá, ayúdeme joven a conocerlo, ¿quiere? J