El remolino que poco a poco pierde su magia
Ahí está. Escondido entre los autos estacionados en playa Chinchorro se encuentra don Alexis Zapata, un cuidador que pasa la mayoría del tiempo entre tuercas ganándose unas monedas para parar la olla.
Este es el oficio que regularmente realiza el hombre de 61 años, pero no es precisamente el que nos interesa conocer. Y es que este caballero esconde otra pasión que ha sido alimentada durante ya 40 años. En cada desfile, en cada evento masivo, ahí esta don Alexis con sus tradicionales remolinos de papel, un juguete tan barato, pero a la vez lleno de magia que hace brillar los ojos de cualquier niño.
Desde muy chico
Nacido en el sur, el hombre nos cuenta que por esas tierras se veían harto estos objetos que giran con el viento o con el soplar. Trasladado hasta la puerta norte de Chile junto a su familia, se dio cuenta que no había personas que vendieran remolinos, por lo que rápidamente decidió comenzar con el negocio.
El nacido en Talcahuano nos cuenta que "mi papá decidió venirse a trabajar acá y nosotros, jóvenes, lo acompañamos. Aquí en Arica no se veía eso, le estoy hablando de hace 40 años atrás. No se veían remolinos, de ahí comencé a construirlos y venderlos. Fue para poder subsistir".
- Claro, para todo desfile. Me acuerdo que antes, los desfiles se hacían en San Marcos, ahí habían galerías por eso años, donde esta ahora Consalud. Era chiquitita. Ahí debuté.
Hasta 500 remolinos llegaba a vender en aquella época don Alexis, lo que era considerado una tarde muy buena. No obstante, con el pasar de los años, los papás han dejado de comprar estos juguetitos, teniendo una cifra de 150 ventas el mejor día en esta época.
"Mira, fíjate que en la actualidad, son los papás los más interesados en comprar para sus hijos. Ellos compran porque se acuerdan de su niñez. Me dicen 'me acuerdo de cuando mi papá me compraba remolinos'. Le estoy hablando de gente de la misma edad de uno".
Punto fijo
Don Alexis es punto fijo en todo desfile que se hace en nuestra ciudad. En cada redoble de tambores, ahí está el caballero con sus remolinos. Eso sí, el hombre que ha visto la evolución del ariqueño en los últimos 40 años, ha notado que el cariño por este tipo de actividades se ha ido perdiendo, algo que está a la vista, pues cada vez se ve menos personas yendo a los desfiles, lo que afecta claramente al negocio.
"Casi ya se perdió la tradición, se ha ido perdiendo paulatinamente, ha ido bajando. Antes yo vendía 500 remolinos y ahora se venderán 150 o 200. También ahora prefieren gastarse la plata en un completo en vez de un remolino. Hay gente a la que incluso les hago tallas, que sus hijos piden un remolino y ellos dicen que no hay plata, pero luego los veo tomando una cerveza en la shopería. Lo encuentro ilógico, que se privan se hacer feliz a un niño para puro tomárselo".
Antes habían dos remolineros, nos cuenta el caballero. Su "competencia" se trasladó a Iquique y aún así las ventas no están buenas. En su vida vendió globos y también comenta que poco a poco se han ido desapareciendo los chinchineros. Don Alexis cree fielmente que año tras año, las tradiciones en nuestro país se van extinguiendo.
- Yo los hago de caña no más. El papel se corta se 20 por 20. Se cortan las cuatro esquinas, se corta el fierrito como de 15 centímetros. Se le mete la cañita para que el remolino no choque con la punta del alambre, es un alambre que se le pone. De ahí se adhiere a la cañita.
- Si po'. Ahora 100 remolinos los hago en una hora, casi hasta 200. Siempre tuve habilidad, también fabrico rosas para regalo, esas de Navidad.
Don Alexis teme que en un futuro no muy lejano, la magia de la sonrisa de los niños al ver un remolino se pierda, pensando que cada vez son más quienes tienen celulares o consolas y dejan de lado el juego en la calle. El hombre se acuerda con cariño de una anécdota. "Yo vendía en 21 de Mayo todos los días antiguamente y había un señor que todos los sábados compraba un remolino de distintos colores. Con los años, veo que viene con una caja llena de remolinos y con un niñito de la mano. Él le dice a su hijo, 'este caballero vendió estos remolinos. Tu abuelo, me los compraba a mi'. Ese caballero, hasta el día de hoy, me sigue comprando". J