Otra mirada sobre la delincuencia
Nuestro país enfrenta hoy quizás uno de los desafíos más complejos de los últimos tiempos, el de la delincuencia y reinserción. Algunos creen y tal vez la mayoría que la solución o parte de ella pasa por perseguir al delincuente y condenar a cárcel efectiva, para generar prevención y luego atender la reinserción, otros dicen primero prevenir antes que castigar y preocuparnos de disminuir la desigualdad social, mejorar la educación, eficiencia policial, mejores coordinaciones, y programas de reinserción; sin embargo lo que vemos a diario en nuestro país es un aumento alarmante de una delincuencia que nunca disminuye solo crece y con violencia inusitada; lo demás a ojos de buen barón, teoría bien intencionada pero en su mayoría errada, los hechos así lo demuestran.
Se señala que la desigualdad social sería unos de los factores del aumento de la delincuencia; pero, ¿como se explica que nuestra sociedad mostrando una tendencia sostenida en el tiempo de un aumento en igualdad social nunca antes lograda, presente paralelamente la mayor delincuencia igualmente sostenida en el tiempo y nunca antes padecida? ¿No será que debamos buscar las causas en otros factores, aspectos y situaciones?, como por ejemplo en cómo se aplica la ley, en cómo disminuir la impunidad evidente, en cómo se han conceptualizados los DD.HH. y su relación indisoluble con los deberes y responsabilidades de cada persona; pues ya lo decía Mahatma Gandhi "Todo derecho que no lleve consigo un deber, no merece que se luche por defenderlo". ¿Alguien dudaría hoy, que solo tenemos y exigimos derechos, pero nadie tiene deberes? Tampoco se dudará en cómo cambio la forma y facilidad para delinquir desde la instauración de la presunción de inocencia, con la llegada de la reforma procesal penal, en donde como consecuencia negativas entre otras, se limitó desproporcionadamente las herramientas cara el control del orden por los organismos que por ley deben resguardarlo, en donde para comprobar un delito se exige de muchas certezas para ser validado como prueba, todo ello en conocimiento de quien delinque, de cómo se burlan en la cara de la policía y en actitudes desafiantes, de como por lo tanto un Estado garantista tiene fuerte injerencia en ello, tácitamente alentando a la delicción, de como otros estados aplican el concepto de cero tolerancia, con éxito, etc...
Creo el propio Estado, en ésta materia ha creado las herramientas y laberintos legales con pocas opciones de salida, cayendo en su propia trampa.
Tal vez se deberían repensar muchas de las aristas y conceptos asumidos como dogmas que involucran el complejo tema de la delincuencia.
José Manuel Caerols Silva