Una disnatía con seis décadas de tradición
La pregunta es si los ariqueños han visto esos letreros escritos a mano, ofreciendo los picarones de "la reina". Yolanda sabe que tiene las paredes de la ciudad llenas de sus carteles. Del negocio, ella es la encargada del merchandising.
Su hermana Patricia, en cambio es la que pone las manos a la masa para vender cada domingo 40 kilos de harina convertidos en picarones acaramelados. Sus manos exhiben las marcas que hacen los picarones cuando entran en el aceite caliente.
Pero no hay quemadura que le quite el gusto por cocinar. A la hora de la verdad, cada una de las hermanas Mamani Gordon hace lo que más le gusta: la primera, relaciones públicas y la segunda, cocinar.
Sin embargo, ni la una ni la otra es la reina. La soberana tiene 79 años y desde hace un año está en cama. Doña Nélida Gordon, ella es la reina; Yolanda y Patricia, herederas de la tradición. Hace unos 58 años, la necesidad económica llevó a doña Nélida a apoyarse del comercio del producto almibarado. Si bien tenía esposo, había diez hijos qué mantener. Tantos y tantos años fueron dejando marca en las manos que se enfrentan al aceite caliente.
Las hermanas recuerdan como cada fin de semana la casa se convertía en expendio de picarones. Aunque fueron ocho mujeres entre los diez hijos, no todas aprendieron a la perfección el arte de elaboración del dulcecillo.
Entre semana, doña Nélida trabajaba en un colegio, colaborando con el aseo, pero los sábados y domingos, el pelotón de la casa funcionaba en pro de la misión. "Ella siempre hizo picarones" cuentan sus hijas, quienes de pequeñas ayudaron en el negocio.
EN LAS REDES
Cada domingo Yolanda compra los insumos en el Agro, toma la lista de los encargos que le han hecho por whatsapp o por Facebook, con el perfil que ha creado de manera exclusiva para hacer más eficiente la comercialización.
"Antes era más difícil", dice. De pequeña iba puerta a puerta preguntando a los vecinos si querían una docena de picarones. La tecnología y el reconocimiento del producto le evitan ahora tal tarea.
Las hermanas están convencidas que son "las reinas de los picarones". Sus clientes se los han dicho y ellos no tendrían por qué mentir. Pero prefieren decir que la verdadera reina es doña Nélida, la madre, por su dedicación, que de tan grande, hasta el último momento, antes de enfermar se metía en la cocina a sacar con los palos los picarones del aceite hirviendo o a lavar las ollas, aunque su hijas la retaran siempre. Pero tan convencidas están de ser las reinas que atienden a sus clientes con la corona en la cabeza. Y confían porque tienen clientes incluso hasta en Santiago y Antofagasta.
Con esa idea y la tradición que pesa sobre el negocio, cuando Yolanda llega del Agro, preparan la masa y Patricia inicia la faena en la cocina. Con la rapidez del malabarista, saca porciones de masa, elabora las tiras, las envuelve, las lanza, media vuelta, vuelta entera y salen los picarones calientes a eso de las 10 de la mañana.
Afuera, Yolanda se encarga de la atención a los comensales. Las disparatadas de su hermana con los clientes, hace soltar la carcajada a Patricia en la cocina. Pero sabe que su carisma es lo que mantiene los niveles de venta de "la reina de los picarones". J