Loteos en Azapa
Siendo indiscutida la prohibición legal de las ventas de loteos para fines habitacionales en Azapa sobre el límite de media hectárea, expondré solo dos comentarios referidos al particular enfoque expresado por un lector, quien, en síntesis, considera que; a) Con dicho límite no se cumpliría la finalidad de protección del suelo agrícola y b) Que el real problema es la falta de agua, de manera que sería mejor dejar actuar las leyes del mercado para que el numeroso grupo de ariqueños que quiere una "mejor calidad de vida" pueda aprovechar la plusvalía de las tierras del valle. Por razones de espacio, sólo me referiré a los dos últimos aspectos, coincidiendo en que el mínimo legal (que hace 30 años era de 4 hás.) también me parece muy poco como protección.
Si se quiere cuidar el agua en Azapa, parece un contrasentido esgrimir que la solución sea permitir lotear sin límite para procurar opciones a aquellos "agricultores" que buscan opciones mas rentables para sus inversiones. Comenzar a urbanizar en Azapa exigirá, sin duda, un incremento obvio en la demanda hídrica y también una mayor descarga de aguas servidas, lo que provocará -en el mediano plazo- la destrucción del valle como ecosistema y, para colmo, no se habrá logrado la tan anhelada "mejor calidad de vida". Sin agua en Azapa, nos encontraremos en el peor de los escenarios: un valle destruido definitivamente y lleno de propietarios de casas habitación reclamando (ahí si legítimamente) por su derecho al agua. La coherencia en las defensas ideológicas del mercado deben expresarse con cuidado: el problema de la escasez hídrica en gran medida se debe, precisa y paradojalmente, a una decisión política que propició el libre mercado de las aguas, derivando a un conflicto tan grave a nivel nacional con los especuladores, que el Estado no sabe cómo enfrentar el atolladero actual. Este liberalismo mercantil ha causado en Azapa la tan repetida inflación -otro término economicista- de derechos de papel en contraposición a la real cantidad de litros de agua existente.
Llamemos a buenos inversionistas, a los proactivos, no a los reactivos (cuya acción depende de las políticas agrícolas de Tacna) promovamos a los que otorgan valor a sitios eriazos que hoy no lo tienen, forestando, generando áreas verdes con trabajo e inteligencia y no destruyendo lo poco de valor que nos está quedando.
Rodrigo Muñoz Ponce
Magíster en Derecho de
Aguas
Por un error técnico en la edición de ayer de este diario, esta carta apareció firmada por Eduardo Hoyos, cuando correspondía la del señor Rodrigo Muñoz. Agradecemos la comprensión de ambos por esta involuntaria equivocación y hoy es publicada con la firma que corresponde.