El daño denunciado a los geoglifos del valle de Lluta, por personas que no valoran el patrimonio arqueológico y cultural de nuestra región (que se suma a las frecuentes huellas de vehículos 4x4 y motos en los geoglifos de Azapa y Lluta) hace patente dos aspectos:
Primero, que la Ley Nº 17.288 de Monumentos Nacionales del año 1970 es insuficiente para proteger nuestro rico patrimonio arqueológico, porque carece de instrumentos preventivos, no propicia la gestión eficiente de los Monumentos, ni ofrece incentivos a los privados para proteger los Monumentos Nacionales. Es insuficiente porque no caracteriza los diferentes tipos de Monumentos Arqueológicos, requiriendo cada tipo, resguardos diferentes. Segundo, también hace patente la falta de una política regional que tras este diagnóstico general para Chile, proponga acciones concretas hacia la educación patrimonial y la protección del patrimonio arqueológico mediante su uso y gestión. Seguir insistiendo que un Gran Museo Chinchorro de arquitectura monumental e icónica activará el desarrollo turístico de la región y que mejorando las condiciones para la investigación científica se protegerá el patrimonio arqueológico, es desentender y postergar las oportunidades existentes en el territorio de la Región. Los museos fueron instituciones del siglo XVIII y XIX creadas en Europa para juntar las maravillas que recolectaban del mundo, pero este no es nuestro caso, las maravillas las tenemos aquí mismo. Por eso, junto con mejorar las condiciones del actual Museo Arqueológico, se debe crear una red de museos de sitio, gestionados por el gobierno, la universidad y las comunidades locales, que pongan en valor el Pukara de Copaquilla, los Petroglifos de Ofragía, las Colcas de Huaylacán, Cerro Sombrero, Aldea San Lorenzo, entre otros muchos, como la mejor opción para educar a nuestra gente y activar el turismo cultural que Arica necesita.
Álvaro Romero Vergara