El director general del Festival de Viña del Mar, Pablo Morales, derrochó satisfacción, aunque mirando algunos aspectos por ajustar. "Hicimos un Festival muy lindo, miramos el vaso medio lleno. Sé que hay ámbitos de crítica, y está bien, pero honestamente nos vamos muy contentos, nos vamos con la tarea cumplida", aseguró.
Y un punto en cuestión, de hecho, lo desenfunda él mismo: "Yo tengo una autocrítica con un show, que es con Emmanuel, que no debería haber cerrado. Él podría haber ido de segundo y terminar con un bailable".
Pero sería todo. El resto, fantástico, incluso los siempre cuestionados temas de los horarios y las gaviotas. Respecto del primero, reiteró que las extensas jornadas en la Quinta Vergara son aprobadas en la organización y no hay intenciones de variar.
pensar en grande
Así, más que cuestionar lo que ya pasó, el ánimo que impera en los organizadores es proyectar lo que viene, y ahí Morales reiteró que "nosotros vamos a soñar en grande siempre, para tener a los mejores artistas de la escena mundial. Si tenemos que pelear por traer a Beyoncé o Paul McCartney, lo haremos, no vamos a jugar a chico". Por lo mismo, y pese a las emisiones hacia el extranjero por canales como HTV y TNT, defenderán que la organización permanezca sólo en manos de CHV. "Mi impresión es que las transmisiones internacionales tendrán que adecuarse a las características que tenga nuestro Festival, y no al revés", afirma el director.
Eso vale para la oferta musical, pero también para el humor, cuya oferta está cruzada por un matiz evidentemente local y poco exportable. Ello continuará en ediciones venideras ("nos guste o no nos guste los humoristas son los peak de cada noche, así es que vamos a seguir defendiendo que tengan un rol privilegiado"), pero ya se maneja la opción de incluir también a comediantes extranjeros, cuestión que este año se intentó con un español, aunque sin llegar a puerto. J