A pesar de los avances de la medicina, el cáncer sigue siendo uno de los enemigos más letales para la salud en el ser humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a este mal explicando que se trata de un proceso de crecimiento y diseminación incontrolados de células, que puede aparecer prácticamente en cualquier lugar del cuerpo. El tumor suele invadir el tejido circundante y puede provocar metástasis en puntos distantes del organismo.
De acuerdo a informes al último Informe Mundial del Cáncer de OMS, en 2012 se registraron 8,2 millones de nuevos casos y estima que esa cifra subirá a 22 millones anuales en las próximas dos décadas.
Nuestro país no está ajeno a esta realidad. Según la Corporación Nacional de Cáncer (Conac) en Chile, el cáncer constituye la segunda causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares, atribuyéndose a un 20 a un 25 por ciento de las causas de muerte.
Más que estadísticas, estos hechos hablan de casos que han hecho necesario que por ejemplo, ayer se conmemorara el Día Mundial contra el Cáncer. Crear conciencia respeto a esta enfermedad, cuyo desarrollo puede ser silencioso; y su desenlace fatal y doloroso para quienes lo padecen, es indispensable.
Porque si bien la medicina aún no tiene la cura para todas las variantes de esta enfermedad, sí ha logrado desarrollar tratamientos que puedan salvar vías, simplemente con la detección temprana. Pero más allá de las medidas curativas, muchos de los cánceres se pueden evitar, siguiendo recomendaciones y adoptando estilos de vida saludables.
El Día Mundial Contra el Cáncer se ha preocupado de fomentar precisamente dichos estilos de vida y medidas que pueden ayudar a controlar y reducir la carga de esta enfermedad y los efectos que tiene sobre quienes la padecen, y sobre sus familias.
Es tiempo, entonces, de reflexionar sobre las consecuencias de una enfermedad implacable, pero respecto a la cual nuestros hábitos y conductas también tiene mucho que decir para prevenir y no curar.