El hombre que cumplió el sueño del cardenal Raúl Silva Henríquez
'Don Raúl fue la persona que más ha influido en mi vida después de mis padres… Lo vi como un amigo fraterno y sincero y quizás más aún, lo vi como a un padre en suplencia del que había perdido… En pocas palabras el cardenal me describía considerándome su amigo. Pienso que nunca podré recibir un regalo igual'.
Las palabras de Reinaldo Sapag Chain (75) están llenas de admiración y reconocimiento hacia la persona del cardenal Raúl Silva Henríquez, con quien compartió por 28 años y a quien acompañó hasta el momento de su muerte.
Fruto de esta amistad tan cercana, Reinaldo Sapag -hijo de inmigrantes sirios llegados al país a principios del siglo XX- compartió momentos cercanos con el arzobispo de Santiago, aprendió sus enseñanzas y conoció sus pensamientos respecto de los momentos difíciles que vivía Chile en el periodo de la dictadura.
Supo de las alegrías y de las tristezas de este sacerdote salesiano considerado el más influyente en el Chile de los últimos años.
Y compartió además sus principales sueños en el ocaso de sus días. Fue sin duda, junto a su padre Chucre Sapag Orfale, quien más lo ha marcado en su vida y le enseñó un camino que hasta el día de hoy sigue y se encarga de dar a conocer.
En su casa de pasaje Lincoln en Las Cruces y a sólo metros de la residencia del antipoeta Nicanor Parra -quien recientemente cumplió 100 años-, Reinaldo Sapag se recrea con la inmensidad del mar y analiza lo que es un sueño compartido con el cardenal: el complejo social y recreativo Chucre Sapag en El Tabo.
'Para don Raúl las palabras de Jesús inundaban profundamente su alma y acción de pastor. Don Raúl también, al igual que Cristo, conocía a los niños, los valoraba, los amaba y se preocupaba por ellos.
Siendo arzobispo de Santiago, en 1977, había empezado a construir una aldea SOS para niños desamparados que necesitaban del amor de madre y de padre; y así, impresionado por la obra iniciada en la Europa de posguerra por el doctor Hermann Gmeiner y en Concepción por el padre André Scholosser, en 1970, don Raúl logró inaugurar la aldea en Punta de Tralca en el año 1979, a tres años de cumplir 75 años, fecha en la que debía entregar su renuncia al Papa', comenta.
Fue en ese periodo donde el recordado cardenal reconoce haber vivido su periodo de dicha más profunda. Sapag recuerda las memorias del religioso y donde señaló que 'la Aldea de Punta de Tralca ha sido mi remanso, el lugar de mi dicha más profunda… Sesenta años se me quitan cada viernes: ochenta y tantos se me vienen encima cada domingo'.
Este sábado se efectuará la ceremonia de inauguración del complejo social educacional Chucre Sapag en El Tabo. La nueva infraestructura lleva el nombre del padre de Reinaldo Sapag, quien llegó a Chile en 1910. Aquí formó a su familia e hizo fortuna en los negocios, trajo a su padre y cuatro hermanos, tuvo cinco hijos y demostró empuje y fuerza para salir adelante.
Ese empeño puesto por su padre es recordado por Reinaldo Sapag. 'Mi padre fue quien con su tenacidad y esfuerzo me enseñó que se es más feliz sirviendo que ser servido. Con su ejemplo me predicó en el silencio que es mucho más importante dar que recibir; que el entregar nuestro esfuerzo a los demás y que poder hacerlo aún a costa de grandes sacrificios, afanes, desvelos y fatigas, constituye un privilegio que Dios nos regala. Que la vida es una oportunidad maravillosa de poder sentirse útil, y que allí, en la entrega silenciosa de todos los días, en esa entrega generosa sin cálculos, está presente Dios.
Sapag vive la vida de una manera especial. En la terraza de su casa, donde tantas veces recibió al cardenal Raúl Silva Henríquez, mira el mar, siente la brisa y piensa en todo lo que la vida le ha entregado, pese a que al momento de nacer la vida le puso una dura prueba que desde pequeño debió enfrentar.
Un apuro de la matrona que ayuda a su madre a dar a luz, allá por 1939, le ocasionó una seria lesión en su rostro que le impide mover el lado derecho de su rostro, lo que le generó inconvenientes que con su entereza personal supo asumir. J