El destino no quiso en la parrilla a Lanita y Peppa
Quien iba a pensar que en una salida a los patios de Agrícola del Norte, Jaime Acosta y su familia, se iban a cruzar en la vida de una ovejita, que tenía las horas contadas para ser vendida, luego faenada y de ahí a lo que más le gusta a los chilenos, la parrilla.
Lanita Verdurín Chaleco, su nombre, fue salvada por esta familia, iniciando una nueva vida y como un miembro más de la familia. Las restantes ovejas del grupo, que estaban en una camioneta, corrieron distinta suerte.
Y como un simple comentario Jaime Acosta le dijo a su esposa que le gustaría tener una ovejita de mascota. Ante semejante idea, nadie pensó que era en serio. Hasta que el jefe de familia se acercó a la camioneta para consultar los precios de los animalitos. Con tristeza se enteró que ya estaban todos vendidos. Ante tal respuesta Jaime, no lo pensó dos veces y decidió hacer algo por aquel animalito que había enternecido su corazón animalista.
'Tuve que ofrecerle mas dinero a la nueva dueña de la ovejita y ella aceptó de inmediato', contó Jaime Acosta.
Desde aquella época hasta ahora la ovejita lleva casi 4 meses conviviendo con cuatro gatos, tortugas y pajaritos de la familia.
'Era pequeñita, así que la fuimos alimentando con mamaderas, y ahora Lanita siente que somos su rebaño. Por eso me fui educando en internet para saber como más', añadió.
La familia Acosta a futuro tiene pensado comprar una parcela o un terrenito para que su nueva mascota pueda tener mas espacio cuando sea grande.
'En un comienzo pensé que la gente iba a rechazar a la ovejita, pero ha sido todo lo contrario, porque los vecinos hasta le traen comida', contó Jaime Acosta.
Hoy en día es la atracción del pasaje Oscar Vildoso. Tanto así que la familia la saca a pasear por los alrededores ante la atenta mirada de sus vecinos que no paran de regalonear a la ovejita del barrio. La misma que se comporta como un niño; hace sus travesuras y se devora todo lo que está a su alcance (inclusive la libreta de quien escribe). Por eso la familia es muy cuidadosa con el tema de los papeles y plásticos en su patio.
Es que Lanita Verdurín Chaleco Acosta Cáceres es otro integrante de la familia y de un asado en año nuevo ni hablar.
Aunque no faltan las bromas de los vecinos que le preguntan para cuando será la parrillada.
Es época de Fiestas Patrias y la gran mayoría de los antofagastinos debieron soportar largas colas anteayer para comprar su carne para el típico asado dieciochero. Lomos, tutitos, chorizos y vienesas estuvieron largo rato esperando su turno en la parrilla, hasta que al fin terminaron en el plato. Sin embargo, una chanchita que estaba lista para pasar a transformarse en un asado, logró sobrevivir a la semana de mayor consumo de carne en el año.
Peppa tenía ese destino. ¿Un costillar, su chuletón, quizá un lomo? No había más opciones para su vida cuando el vendedor que la tenía amarrada dentro de un saco gritaba hace 3 días por el sector norte, pregonando que tenía listo el asado para el '18'. Su precio: treinta lucas.
Carolayn Bolvarán, animalista de toda una vida, estaba en su casa cuando escuchó los gritos del hombre vendiendo un cerdo vivo. Una amiga le dio el dato y partieron a ver qué pasaba, ya que la gente comenzó a amontonarse en la calle. Se conmocionó al ver que la chanchita apenas sacaba el hocico del saco, mientras el sujeto explicaba cómo transformarla en un asado: de un palo en la cabeza, o de un cuchillazo en la garganta.
- Le pregunté a cuanto la vendía- cuenta Carolayn- y él me dijo 35. La compré, y ni siquiera pensé donde dejarla, porque no tengo patio- dice.
Carolayn reconoce que no tenía idea de chanchos hasta que conoció a 'Peppa', -nombre sacado de un dibujo animado que hoy es la última moda entre las niñas pequeñas-, pero fue mas el impulso por rescatarla del destino parrillero que el saber a ciencia cierta qué hacer.
El vendedor lo notó. Por eso le cobró cinco lucas demás, porque Carolayn estaba tan entusiasmada con la chanchita que aprovechó de cortar la cola. El sujeto desapareció con sus hermanitos, pero ella sobrevivió. La llevaron a una casa, la bañaron, y pasó a llamarse Peppa.
¿Pero qué hacer con un chancho en la casa? La joven animalista llamó a algunos amigos para asesorarse, y fue así que descubrió que Peppa adora las manzanas y los espacios amplios para pasear. Con su hermano consiguió un patio para que pudiese jugar, mientras puso un aviso en internet para que alguien se animase a adoptarla.
- Ahora está en el patio, porque mi hermano no tiene perro, pero pensamos hacerle un corral mientras no estemos- piensa Carolayn.
Peppa, la chanchita, fue presentada en sociedad por el Facebook de la agrupación animalista Renacer Animal Antofagasta. El aviso en dos días llegó a tener 500 'me gusta', y lo compartieron 300 personas. Inmediatamente llegaron cientos de solicitudes de gente que querían a la chanchita. Pero algo no le cuajó bien a Carolayn, con la experiencia de 5 años en organizaciones animalistas.
- Es como súper extraño, cuesta tanto dar un perrito en adopción, que no sé cuál es el afán ahora de volverse locos por la adopción- dice ella. Y tiene razón porque hay perritos que esperan años -y de verdad, años- en conseguir una familia. ¿Por qué tantas ganas de tener un chancho, con lo difícil que es cuidarlo? Tal vez, el fantasma del terrible destino del que se salvó Peppa la hizo echar marcha atrás. -Nos vamos a quedar con la chanchita- dice contenta Carolayn.
Antes de conocer a Peppa, Carolayn ya llevaba años de voluntariado en el Renacer Animal de Antofagasta. Tanto ama a los animales, que hoy tiene 15 perritos que viven felices en su patio. El problema, es que falta apoyo de la comunidad para poder ayudar.
-Es complicado porque aún no se crea conciencia, al menos acá en el sector norte la gente es súper inconsciente, los perritos terminan en la calle y yo haciéndome cargo de esos casos- dice.
Un saco de 15 kilos es lo que consumen diariamente los perritos que ella rescató, y que financia con las donaciones de las personas en las jornadas de adopción que la organización Renacer Animal efectúa los fines de semana, o cuando recolectan dinero en una alcancía. 'La gente nos ayuda harto', reconoce Carolayn. Durante todos estos años, el rescate de los animalitos la ha hecho conocer distintas historias que la han emocionado. 'Por ejemplo el Coki, un perrito que rescatamos sin ningún pelo por la sarna, y con un tratamiento tiró para arriba, quedó hermoso, con un pelaje nuevo', cuenta. La historia de Coki terminó con un final feliz, es que una familia lo adoptó.
Volviendo al tema de Peppa. Su nueva dueña cuenta que no se está llevando mucho con la gente.
- Ella tiene mucho miedo, grita mucho cuando alguien se le acerca, y tiembla harto. Claro, yo creo que por todo lo que le hicieron- asegura la animalista. Sin embargo, Peppa ya tiene un futuro claro: pasear y comer feliz. Y antes de irse al cielo de los chanchos, podrá contarle a sus hijos chanchitos que tuvo la suerte de ser la única cerdita que escapó de la locura carnívora de este 18.