Animales de consumo que no se consumenAQUÍ ELLOS NO SON COMIDA
En La Casita Interespecie conviven cerdos, patos y otros seres considerados de consumo. El lugar posee un pequeño huerto, abundante pasto y está rodeado de otras parcelas con enormes árboles, todo alejado del ajetreo habitual de la ciudad. El objetivo de los fundadores es crear conciencia.
En la comuna de El Monte, a sólo 40 minutos de San Antonio, se ubica esta incipiente iniciativa que alberga animales provenientes de la industria alimenticia. Tras pasar una dura existencia en espacios cerrados, tales como planteles de engorde y jaulas de batería, estos seres vivos ahora tienen una nueva oportunidad pasando el resto de sus días en un lugar abierto donde los cuidan y protegen.
La Casita Interespecie, es un proyecto que ya cuenta con ocho animales rescatados y que replica lo que se ha estado haciendo en otros lugares del mundo como EE.UU. y España, donde se tiene la opción de apadrinar a los animales, donar dinero o apoyar en la construcción de nuevos espacios.
Al empezar el día, los cerdos Gary y Oliver esperan en su corral a que su amigo humano, Ariel Maluenda, se acerque y les dé comida. Gary lo saluda con un rápido gruñido en gesto de amistad. En palabras de Ariel, Gary es inquieto y Oliver se caracteriza por ser más regalón. En ese momento, Ariel se pasa a su corral para dejarles su alimento, el cual debe esparcir por el suelo para que no se produzcan peleas. No es un dato menor que ambos sean machos, produciéndose naturalmente que uno busque liderar. Sin embargo, al rato ya están reconciliados. Y es que ambos han compartido sus vidas, desde que activistas por los derechos animales los extrajeran de un galpón de crianza industrial, cuando tenían sólo un mes de vida. 'Es increíble cómo cambian su personalidad cuando llegan acá, pasan de esclavos a libres', señaló Marisol De la Reguera, una de las encargadas de la granja.
Cuando hace calor, estos cerdos se las ingenian para dar vuelta baldes de agua, generando extensas pozas de barro. Ni qué decir cuando Ariel llega con una manguera: se produce un tremendo alboroto para ver quién es el primero en ser mojado. 'Lo que me gusta de ellos es que son súper rebeldes, porfiados, inteligentes y choros. Si uno se atreve a empujarlos, ellos lo harán de vuelta', señaló Ariel.
A pesar de que fue construida una casa especial para que durmieran los cerdos, ellos han preferido dormir juntos al aire libre en un hoyo que ellos mismos hicieron.
En el lugar también conviven las patas Martina, Leda, Flor y Aurora, el gallo Vicente y el pavo Nelson. Este último al principio era agresivo con los demás animales, sin embargo, 'con el tiempo ha ido aprendiendo que en este lugar nadie es su enemigo', explicó Marisol.
Anteriormente, en el lugar vivía Jonás, un cerdo encontrado con días de vida en un contenedor de basura de una industria cárnica. Estaba rodeado de cadáveres y fue recuperado por activistas de la organización EligeVeganismo. A pesar de todos los esfuerzos, el dolor crónico de una de sus patas y una incipiente enfermedad le impidió llevar una vida normal. Falleció hace unos meses en el recinto.
Los fundadores y sostenedores de La Casita Interespecie, Marisol de la Reguera (29) y Ariel Maluenda (28), son veganos, es decir que por una motivación ética no consumen animales ni sus derivados, no usan vestuario que posea materiales provenientes de ellos y no asisten a espectáculos donde los utilicen. Con La Casita Interespecie buscan complementar el trabajo de otras organizaciones para terminar con lo que ellos definen como 'explotación animal'. Frente al cuestionamiento de que sus habitantes fueron legalmente propiedad de la industria, los activistas replicaron: 'Sabemos que desde ese punto de vista es técnicamente un robo, pero imagine usted que su vecino tiene amarrado a un perro porque lo va a matar y comer al día siguiente. Usted aprovechando un momento de descuido, lo libera y entrega a una familia donde vivirá feliz y libre. ¿Usted acaba de cometer un delito o una buena acción? Nosotros creemos lo segundo'. J